jueves, 11 de julio de 2013

convertíos y creed en el Evangelio


Me llama la atención la misión del anuncio del Reino, los poderes que reciben los misioneros y la austeridad con que debe asumiese. La obediencia misionera como reflejo de la misión que el Hijo del Padre ha venido a cumplir conforme a la voluntad del Padre. Los poderes que han de poderse administrar y la gracia que ha de alcanzarse para obrar con fe y que son providentes y que no son poderes humanos. Y que el misionero debe tener la particularidad de ser austero; puesto que desde las comodidades no se puede llegar a fondo a las condiciones del más necesitado; y que al ir perdiendo comodidades, pueden impedir el cumplimiento de la misión.

El Reino de los Cielos está cerca” tan cerca que Dios quiere que le permitamos Reinar en nuestro espíritu y nuestra alma. “Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, sanad a los leprosos, expulsad los demonios”. ¿Porque hoy no se curan los enfermos? Y si eso ocurre, son casos muy aislados. Precisamente por la carencia de fe, lo que corresponde a la falta de reconocimiento de Dios y de lo que puede hacer; también, a la falta de reconocimiento de cómo y quienes somos nosotros. Mucho más lejos queda el “resucitar a los muertos” y “expulsad los demonios”. Motiva nuestra incapacidad la atención que ponemos a este mundo materializado nos impide aceptar que Dios Reine en nuestro interior, porque el cuerpo de barro esta tan fortalecido que forma como una coraza que encarcela a nuestro espíritu y nuestra alma. Por tanto el crecimiento espiritual es precario.

Gratuitamente lo recibisteis, dadlo gratuitamente” Me parece que esto se cumple solo en parte, porque prima nuestro interés. Una cosa es cobrar para asegurarse su porvenir y otra conformarse con lo que se nos ofrece como compensación, por bondad, conforme a capacidades. De tal manera que valen también para nosotros las consignas que dio nuestro Maestro Jesús; son reflejos de las bienaventuranzas: humildad, espíritu de pobreza, actitud de paz, aceptación de las persecuciones.

Los mismos maestros de la Ley tenían la obligación de no cobrar por sus servicios y vivían de lo que les daban. Desde su nacimiento hasta su muerte observemos la pobreza tan grande de Jesús siendo creador y todo poderoso. Qué ejemplo tan grande, incomprensible para nosotros. (Mt 8,20). Jesús insiste en no llevar provisiones como una manera de predicar con el ejemplo la confianza en el Padre: porque su Reino se ha acercado, y él cuida de sus mensajeros que le sean fieles.


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