jueves, 20 de febrero de 2014

Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha


Sabemos que Dios está en todas partes, que lo sabe todo y que todo lo puede, pero también Dios ha querido quedarse con nosotros de una manera especial y hace esa presencia especial solo en la Eucaristía. Si nosotros no fallamos al menos los días de guarda a la Eucaristía y vivimos los mandamientos y los sacramentos, podremos ir comprendiendo quien es Jesús. Pero si por circunstancias fallamos a este mandato, quizás nos hace falta hacernos una retrospectiva y cuestionarnos para saber quién es Jesús.

A todos nos hace esta gran pregunta el Señor «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» ¿Quién es Jesús para ti? S no es el centro de su vida, entonces falta hacer un alto en el camino para poder responderle con sinceridad. La prueba de esta falta de madurez la tenemos a continuación, cuando sus discípulos oyen el primer anuncio que Jesús les hace de su pasión y muerte. No acaban de entender el sentido que Jesús da a su mesianismo: eso de que tenga que padecer, ser condenado, morir y resucitar. Pedro recibe una de los regaños más duros del evangelio: «Apártate de mi vista, Satanás. Tú piensas como los hombres, no como Dios».

También esta reprimenda sea para nosotros hoy día, cuando pensamos solo como los hombres, como el mundo y no como Dios. Si en verdad aceptamos a Jesús en toda su profundidad, o con una selección de aspectos según nuestro gusto. Claro que «sabemos» que Jesús es el Hijo de Dios. Entre otras cosas, Marcos nos lo ha dicho desde la primera página. Pero una cosa es saber y otra aceptar su persona juntamente con su doctrina y su estilo de vida, incluida la cruz, coherentemente. Para otros aspectos de la vida tendríamos que viajar, hacer gastos onerosos, pero para poder responder la pregunta de Jesús no cuesta sino nuestra voluntad y el Espíritu Santo nos va a mostrar quien es el que murió en la Cruz por y por ti y por mi y que luego resucito y está vivo y hace su presencia en medio de nosotros. Para empezar veamos (Mc. 14, 22-24;  15, 39; 16, 14-15)


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