lunes, 24 de febrero de 2014

Creo; pero ayuda mi falta de fe


La primera Lectura es muy elocuente y que bueno ponerla por obra. Y referente al pasaje del Evangelio no habla de fe y de liberación. La fe para nosotros pareciera que fuera algo que crece con nuestro crecimiento físico, y al llegar a cierta edad, no la percibimos y simplemente la abandonamos; en primer lugar la fe es un don y por tal para el servicio a los demás. No es algo que se vende o se compra. No es una simonía – esta palabra viene de un tal simón brujo que quiso comprarle los poderes espirituales a los Apóstoles Pedro y Juan.(cf.HCH.8) la fe no crece porque no se usa para el servicio a los demás, es decir los dones que confiere el Espíritu Santo, son temporales y pueden permanecer conforme a nuestra intimidad leal. “Por lo tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez. »Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará. En cuanto al siervo inútil, arrojadlo a las tinieblas de afuera: allí habrá llanto y rechinar de dientes». (Mat 25:29-30)

La filosofía escudriña minuciosamente los conceptos y muchos teólogos se quedan en la mera filosofía – de lo que el hombre común puede ver, tocar y razonar. De tal manera que el pasaje de hoy seguramente no puede caber nada más que una enfermedad en el caso del niño poseso. Pero claramente lo dice la sagrada Escritura: “curaba enfermos y expulsaba demonios” – además hoy lo podemos presenciar cuando se hacen procesos de liberación. Que entre otras cosas es muy peligroso jugar con estas cosas; ya que cuando no se hace lo debido que es, llevar al poseso a una confesión bien hecha y con seguimiento para que no caiga de nuevo y llegue a ser peor su situación que antes.

Freud pone el origen de la fe en las debilidades del hombre, que busca en la religión un consuelo a sus frustraciones. Y en parte le daría mi asentimiento, porque muchas veces nosotros al carecer del don divino y al sentir el peso de la cruz lo asumimos como una maldición. «tengo fe, pero dudo; ayúdame». Esto nos ocurre a todos, faltos de madurez en la fe. Descansamos más bien en nuestras propias capacidades y no confiamos en quien lo puede todo. “Él respondió: Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.” (Luc 18:27)


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