viernes, 21 de febrero de 2014

"Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor"


Cuando el hombre vive desparramado, disperso de la unión con Dios, piensa en sus preocupaciones, en sus propias fuerzas para este caminar en la iglesia peregrina. Cuando debería poner su confianza solo en Dios, mirar siempre a Cristo crucificado y resucitado y ofrecer todo para que cumpliendo con la voluntad de Dios, todo sea del agrado y gloria de Él. Así, a la vez se puede dar testimonio de vida y lo que lleva a que el cristianismo sea una propuesta de vida es el testimonio que se comunica desde la coherencia entre la fe y las obras. Muchas veces son otros nuestra cruz o también, puede ser que seamos cruz para otros. Lo cierto es que hay esta relación: un y otra cruz no son dos cruces. El compartir las cruces, se hace más llevaderas y es Cristo quien da la superación ante lo que nos oprime. Ante lo que nos parece un imposible.

Necesitamos la confianza en el dueño de todo, quien todo lo ha hecho para bien nuestro, quien lo conoce todo, Jesucristo es “el camino, la verdad y la vida” Dios no va haciendo valientes para caminar a su paso, ayudándonos a cargar nuestra cruz. Porque nuestra tendencia es a dejar nuestra crus al lado del camino y el Señor reprocha esa actitud. Quizás optemos más bien por la fama, el poder y el tener. Y el Señor nos dice: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Es con el encuentro personal con Cristo para conocerlo y tratarlo, con compromiso y la adhesión a Jesús. Es a pulso firme que el cristiano va ha ser formado, mediante la obediencia, la humildad y la disposición sensible a la inspiración del Espíritu Santo.

Enséñame la ciencia que consiste en amar el menosprecio, la injuria, la abyección... Enséñame a padecer con esa alegría humilde y sin gritos de los santos... Enséñame a ser manso con los que no me quieren, o me desprecian... Enséñame esa ciencia que Tú desde la cumbre del Calvario muestras al mundo entero. Mas ya sé..., una voz interior muy suave me lo explica todo..., algo que siento en mí que viene de Ti y que no sé explicar, me descifra tanto misterio que el hombre no puede entender... Yo, Señor, a mi modo, lo entiendo..., es el amor..., en eso está todo... Ya lo veo, Señor..., no necesito más, no necesito más... es el amor, ¿quién podrá explicar el amor de Cristo?... Callen los hombres, callen las criaturas... Callemos a todo, para que en el silencio oigamos los susurros del Amor, del Amor humilde, del Amor paciente, del Amor inmenso, infinito que nos ofrece Jesús con sus brazos abiertos desde la Cruz. El mundo loco, no escucha...” San Rafael Arnaiz B. (1911-1938)


No hay comentarios:

Publicar un comentario