sábado, 28 de abril de 2012

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida


Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna” que ojal esa sea la respuesta de tu corazón para nuestro Señor Jesús, hoy. Hay muchos que no aceptan las propuestas divinas para entregarse al relativismo, hedonismo, materialismo, (…) es la crisis de la humanidad; se pone en tela de juicio a la persona de
Jesús y sus propuestas.

No basta creer que existe y oír sus palabras, es indispensable creer y obedecerle. No es fácil dar este paso, pareciera que se perdieran cosas importantes. Aunque el Señor nos haya hecho ver lo que verdaderamente tiene valor y es importante. Aunque siendo Dios, por amor, haya bajado de su trono para redimirnos y luego subir de nuevo a donde estaba antes. Vino a revestirse de nuestra humanidad, para dar claridad, ejemplo y para interceder por nosotros ante el Padre con su pasión perpetua como reparación por las causales de sus hijos, para mostrarnos el misterio de la resurrección, culmen de nuestra fe.

Ahora el Espíritu está actuando dentro de su iglesia militante y es Cristo como cabeza quien va consagrando este mundo invisiblemente. Es difícil entender el misterio del Hijo de Dios, del Espíritu Santo y sus obras.Dios prosigue entre nosotros, dentro de esta humanidad tan irresponsable a la que Dios ama; en esta Iglesia que la mayoría la hacemos indigna, pero es a través de la cual Dios realiza sus designios; ante la historia que vivimos y que nos llena de preocupaciones. Sin embargo, prepara el banquete del Reino. Y si todos lo despreciásemos, Dios haría brotar hijos de Abraham de las piedras (Mt.3,9) a fin de completar el número de almas para copar la cantidad de estancias en el cielo, que son muchísimo mas de lo que podemos imaginar. Dios nos ama en la eternidad más de lo que pensamos; pero también es verdad que no necesita de nosotros. Por el contrario nosotros somos los necesitados, el único naciente que no puede valerse por si mismo, sin embargo queremos ser dioses, sin Dios.

Muchos se fueron pero la reacción de los Apóstoles en cabeza de Pedro es de obediencia, de fe y de amor. No se quedaron por ser mas listos sino porque le amaban verdaderamente. Nosotros también podremos permanecer en pos de Cristo si le amamos y llegaremos a la tierra prometida si amamos en verdad a Dios. San Agustín: «No dejan huella en el alma las buenas costumbres, sino los buenos amores (...). Esto es en verdad el amor: obedecer y creer a quien se ama».

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