miércoles, 25 de abril de 2012

Escucha, Señor, nuestra oración


La Iglesia rememora hoy a san Marcos (Juan) Evangelista. Quizá un jovencito que anduvo con nuestro Señor Jesús, cuando predicaba siendo testigo presencial de muchos de sus acontecimientos. Que al principio fue débil y después por gracia fue valiente.

Jesús nuestro Señor, pide que creamos en su Nombre, o sea, en su poder divino que actúa en Él, para que tengamos por El la gracia para cumplir la misión “anuncien la Buena Nueva a toda la creación” y por ende la salvación; mediante un riguroso proceso de conversión y de apertura total a la fe.

La buena nueva, el Evangelio nos lleva a reordenar nuestra vida; pero también es historia en camino, toda la creación se dirige a un destino que escapa a nuestro entendimiento y el Evangelio es la enzima sin el cual esos incidentes no lograrían su objetivo. Crean o no los hombres deben recibir el mensaje y visto en los que personifican a Cristo, mediante la oración y obediencia primero ser por gracia, para hacer, con signos tan elocuentes como para que puedan reconocer en ellos la mano de Dios. Y llegar a obtener la salvación y gozar de los dones que Dios concede por medio de su Hijo: la renovación de vida que ha cobrado otro sentido. Participar en la misión confiada al pueblo de Dios en la historia, obra tan misteriosa como maravillosa, ya que sin ella la humanidad estaría condenada a perderse, en todos los sentidos de la palabra. Hoy nos aterran algunos comportamientos pero sin Dios, será aun más.

Se nos da una lección a través de esta historia: por la gracia de Dios, el más débil, puede llegar a ser fuerte, cuando se depone la debilidad y se acoge a la confianza en Dios por amor. De Dios recibimos todos, justo e injustos la misericordia divina. Vida, alimento, salud, inteligencia (…) de ahí que sea lo más importante para toda creatura el mandamiento del amor y lo primero amar a Dios, sobre todas las cosas y creaturas. Por falta de amor no resuena con fuerza y convicción el Evangelio en el mundo, por falta de ser antes que hacer, Primero amar a Dios y de Él recibiremos sus dones. Pero amamos a Dios por momentos cuando nos conviene. Nos cuesta personificar a Cristo, su seguimiento es cuando yo lo necesite. Aparece el miedo, el silencio, la timidez, el no querer incomodar al otro; para dejarlo a merced de su desgracia.


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