jueves, 19 de abril de 2012

Dichoso el hombre que se refugia en el Señor



Como leemos en la primera lectura, la iglesia fundada por nuestro Señor Jesús, es motivo para persecución, no es ajena esta ocurrencia en la actualidad incluso por parte de los mismos que de boca decimos que somos católicos; ante tal situación el sumo Pontífice nos invita a orar a ejemplo de Quien oro en Getsemaní, el jueves santo.

Debemos permanecer fieles al Señor y a su iglesia porque ha sido fundada con la autoridad de lo Alto que “esta por encima de todo”. Habrán muchos que piensan tener una razón diferente o parcial de lo que dice el Señor, porque estos son seducidos por la influencia de quien ya no pertenece a lo “alto” sino que ha sido expulsado y pertenece al mundo; quien es el padre de la mentira y la astucia; se vale de: – la ayuda de la totalidad de ángeles que le siguieron, y actúan de diversas maneras - de los que estamos en el mundo y que de una manera sombría le servimos, con ejemplo, acciones y la insinuación al mal – de los sentimientos concupiscentes del cuerpo de barro, este ha sido liberado con el bautismo pero quedan secuelas que se alimentan de lo que ofrece el mundo.

En el pasaje de hoy, podemos apreciar la manifestación total de la libertad donada, el creer o no creer no depende de circunstancias externas a la persona, el extravío se manifiesta siempre en forma insinuante y luego se va tomando poder violento. Pero en principio es la aceptación del bien o del mal de cada persona; y cuando ésta no tiene bases suficientes para discernir siempre estará expuesta a caer en el mal. Su alma le gritara en su interior al incurrir en lo malo, para que reconozca que en Dios esta la verdad y opte por el favor del Señor, que lo hace en el confesionario, de lo contrario seria una desobediencia y el desprecio a una oferta de su amor y “tendrá que enfrentar un juicio de Dios” con consecuencias funestas.

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