viernes, 13 de abril de 2012

Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine



San Juan, por su humildad y reconocimiento, tiene una manera particular para nombrarse “el discípulo al que Jesús amaba” y para expresar la sed de la vida eterna. Tratando de leer el pensamiento de los seguidores del Señor, todavía este día se asoman reflexiones de fracaso y desconfianza, la misión encomendada por el Señor como que todavía no es muy clara y deciden retomar su antigua labor de pescadores, oficio del que habían dependido anteriormente; pero amanecen con las manos vacías.

Pedro ante la manifestación del Señor se recompone más que sus vestidos, su pensamiento. Es cuando una vez más el Señor con su paciencia quiere completar su doctrina, quiere esculpir en sus almas y especial en Pedro, lo que le falta de obediencia y de fe. Por obra del Señor se produce nuevamente “pesca milagrosa a la derecha” los que hay que pescar están a la derecha; y El Señor los espera en la orilla para darles de comer. El pasaje de hoy tiene más significado que palabras; no tenían fuerzas para tantos que están a la derecha. Es lo mismo para nuestra actualidad no tenemos fuerzas para pescar hombres (Lc. 5, 10) además nos da pereza, indiferencia, es mas nosotros mismos no nos dejamos pescar; no ganamos el desayuno que tiene preparado el Señor para nosotros. 

 Es necesario pescar a los hombres que están en la profundidad y oscuridad del mar salado para llevarlo a la luz Cristo, verdad, camino y vida. La comunidad cristiana católica por falta de compromiso y sacrificio, pasa por situaciones incomodas porque el mal siempre quiere aparentar de bueno, pero la conducción es al abismo oscuro y sordo.

La cifra de 153 tiene seguramente un sentido simbólico difícil de acertar y es mejor no especular. Pero si, los que entren en la red, no importa su tamaño, esta no se romperá, significa que es la iglesia instituida y sostenida por el Señor, la iglesia católica que viene por imposición de manos desde ese mismo momento; y que los poderes del mal no podrán destruirla (Mt.16,18), porque nuestra Madre María estará en medio de ella, inspirada por el Espíritu Santo y quien dirige su rumbo es nuestro Señor Jesús.


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