viernes, 27 de abril de 2012

El que come de este pan vivirá para siempre


Así de sencillo nos habla nuestro Señor Jesús, “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” manifestación, insondable misterio de amor inmenso por nosotros, el mismo Dios, se hace comida para nosotros con tal de permanecer con nosotros, ¡Que divino achaque!. ¿Y si Dios permanece con nosotros que nos puede preocupar? Como antes, hoy también, hay quien desprecia tan digno y sagrado alimento. Echemos una mirada a (Números 11, 4-6 – 18-20 –14, 29)

Ahora es su propio cuerpo y su sangre donada para nosotros como alimento que nos fortalece para tener vida con Él, por Él y para El. Nuestro Señor Jesús, es el verdadero cordero pascual (Jn 1,36), voluntariamente se ofrece en sacrificio por el pecado del mundo y lleva a su cumplimiento los sacrificios por el pecado del Antiguo Testamento. Cumple, es decir que da la realidad donde sólo se tenía la penumbra (Heb 10,5). Y queda clara para nosotros su palabra, la palabra del que es la Palabra. La cual cobra sentido y eficacia si podemos usar esa Palabra mediante la lectura, la meditación, la interiorización, ponerla por vida, compartirla y testimoniarla,(hablar mediante la Palabra). “¡Qué profunda es la riqueza, la sabiduría y la ciencia de Dios! ¿Cómo indagar sus decisiones o reconocer sus caminos”? (Rom. 11, 33)

Siendo para hacer, permanecer y perseverar, “Pero permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Un sarmiento no puede producir fruto por sí mismo si no permanece unido a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí” (Jn.15, 4).

Pidámosle a nuestra santísima Madre, que nos participe de su fíat, para recibir dignamente el cuerpo de Cristo su Hijo, también de su sentir dichoso mientras su santísimo Hijo gestaba en su sagrado laboratorio de vida hecho cáliz para el cuerpo de Dios, ella que fue llena de gracia y gozó de la veneración del Padre que daba cumplimiento a sus designios; del Hijo que hacia una realidad su Palabra; y del Espíritu Santo que daba vida al hombre Dios; rodeada y custodiada por santos Ángeles y Arcángeles.


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