lunes, 3 de diciembre de 2012

Vendrán muchos de oriente y occidente al Reino de los cielos


La petición del centurión (jefe de cien hombres del ejército romano) deja en evidencia que no ve en Jesús a un curandero sino a uno que detenta un poder divino. Aquí sin embargo Jesús habla de la entrada de los paganos al banquete de los resucitados. Y condena a los hijos de Abraham que pensaban que, debido a los méritos del padre, ninguno de ellos se perdería. Para nosotros, muchos piensan que solo por el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, no se perderán. Pero no basta vivir en el pensamiento del amor, el mandamiento del amor es para vivirlo dejándonos amar por Dios y llenándonos de El, para poder amar a nuestros semejantes aunque tengamos que perdonarlos infinidad de veces, y amarnos nosotros mismos hallando el perdón de Dios. De otra manera habrá en nuestro ser matices de soberbia que nos hace injustos, ofensivos y engañadores.

Cuando nuestro Señor Jesús hace obras está haciendo presente el reinado que lleva consigo la liberación de toda la persona y de todas las personas. Esa y todas sus obras es lo que nos permite afianzarnos en la fe, la confianza, la esperanza, a ser agradecidos y a trabajar por la dignidad y la justicia humana. La obra de Dios nos lleva a la fe y a partir de allí, mediante la gracia podamos controlar nuestros sentidos negativos, para darnos cuenta de nuestras limitaciones y nuestra dependencia de Dios.

Las obras del hombre siempre quedaran cortas si no van acompañadas de la gracia de Dios, todos los sistemas y obras humanas fallan; lo de Dios no falla. La sagrada Escritura esta llena de obras de Dios, pero también hay muchísima obra de Dios que no esta escritas y ni siquiera reconocidas. Porque nuestros ojos esta ciegos y nuestros oídos sordos, de ahí nuestra poca fe y el mucho pecado.


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