viernes, 7 de diciembre de 2012

Aquel día los ojos de los ciegos verán


La profecía de Isaías va cumpliéndose en quienes alcanzan la conversión y maduran en la fe, en medio de la injusticia promovida por quienes incumplen la práctica los mandatos del Señor “Aquel día los sordos oirán las palabras del libro, y, desde la oscuridad y las tinieblas, los ojos de los ciegos verán.” Porque tanto en su época como la primera venida del Señor y lo será en la futura y definitiva, se cumple este mensaje esperanzador para quienes aún confían en el Dios. Sin embargo, es y seguirá siendo signo de contradicción: (19) “Los humildes aumentarán su alegría en el Señor, y los más pobres exultarán en el Santo de Israel.” los fariseos de siempre, ciegos de profesión, se confirman en su ceguera: «expulsa demonios con el poder del jefe de los demonios»

La escena de hoy, dos ciegos que se le acercan llenos de fe y con el corazón esperanzado. Habían oído hablar de Él, de su ternura para con los enfermos y de su poder. A pesar de su ceguera fueron capaces de ver los trazos que le identificaban como el Mesías. ¿Quién mejor que Él podría hacerse cargo de su desgracia? Y nuestro Señor Jesús quiere mostrarnos el significado de la fe. Es triunfo de la esperanza, todo su ser se ha abierto a Dios, al mismo tiempo que acepta lo esencial de la verdad divina. Observemos como antes de que los apóstoles pusieran a punto las condiciones y el valor de la verdadera fe, Jesús ya la había comprobado entre mendigos harapientos. La obra y la ciencia de Dios superan todo lo humano. En este tiempo de Adviento es propicio para la oración, para la conversión, para despertar nuestra fe en nuestro Dios que todo lo puede, tiempo de ver, de creer para lograr ser.

Toda sanación puede tener un significado que va más allá del hecho físico. Hoy hay muy pocos ciegos físicamente, pero muchísimos más ciegos espiritualmente, debido al medio en que estamos viviendo; se ha puesto frente a nuestros ojos cantidad de sensaciones pasajeras que impiden ver y ser fieles a lo sobrenatural. Por eso hoy el Señor no trae como mensaje central la fe. Si vemos las obras de Dios, su amor por nosotros y sus promesas, se encenderá en nosotros el chispazo de la fe, la cual se acrecentara con otros requisitos que debemos cumplir, hasta alcanzar una fe madura, que será el motor para nuestra vida cristiana.


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