jueves, 6 de diciembre de 2012

Quien cumple la voluntad del Padre entrará en el Reino de los cielos


Pensando en la navidad - San Nicolás de Bari,(Turquia) obispo, asistió al concilio de Nicea. Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Repartió todas sus riquezas heredadas, entre los pobres. Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se dice "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, y en Francia en el tan popular Papá Noel, siendo representado como un anciano vestido de rojo, con una barba blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños.

Roca y arena. Los que creen tener suficiente fe resultan siendo pesadilla para quien quiera conducirlos a una fe divina y autentica (cfr. Jr 23 - Ez 13, … ). Estos que dicen estar viviendo una fe profunda, pero en parte equivocada, con bases frágiles, y querrán trasmitir sus escasas experiencias para confundir, para llevar a la duda y la desconfianza, a una fe puramente humana; por el agite de la vida cotidiana que impide ver y contemplar la obra permanente de Dios. Precisamente esto es lo que se ve hoy día a puertas del anticristo (1 Jn 2). Por tanto no es cuestión de doctrina correcta, de ortodoxia (rectitud), sino de Ortopraxis (hecho, acción, práctica) y antes de ella va la oración en el silencio del alma con Dios.

“Muchos me dirán aquel día...” Ya sea en la predica o el hacer milagros, estos dones para bien de la comunidad, y que El Espíritu Santos los mantiene o los quita de acuerdo a nuestra conducta e intensión; pero no indican necesariamente que tengamos asegurada la salvación, no es el fortín de la gracia de Dios. La fe que nos salva actúa mediante el amor, que nos lleva al cumplimiento de la voluntad de Dios, que se refleja en nosotros como humildad y acción gratificante. (cf. Ga.5,6. y Sg.2,8)

Para que no llegue la ruina sobre nuestra casa debemos poner como fundamento solido las enseñanzas de Dios, para vivir el día a día de acuerdo a su divina voluntad, en medio del mandamiento del amor actuante. Para el éxito en la cotidianidad, esta debe contener una revisión consciente: del agradecimiento, de la obediencia, de la acción, del error (…), (conversión) para obtener una victoria en la batalla sobre nosotros mismos, y la sumatoria nos va llevando al triunfo de la guerra espiritual.


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