martes, 4 de diciembre de 2012

Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente


Isaías nos presenta este poema que anuncia al Mesías, con la descripción de sus rasgos visibles: descendiente de David; estará lleno de espíritu profético, describe la plenitud de los dones del Espíritu Santo; implantara la justicia y la paz entre los hombres y con la naturaleza. Nos indica la acción del Espíritu Santo dador de vida, que desde siempre ha inspirado en los hombres y como muestra están los profetas, los santos y la conducción de la Iglesia. Nos muestra, además, que los planes de Dios, los quiso llevar a cabo basado en el amor y la misericordia pero que los hombres no la han querido acoger. El pueblo escogido esperaba una tierra prometida, pero su comportamiento los llevo a dar muchas vueltas; Después de Isaías el pueblo espera un Mesías y se lo figuraron a su manera. Pero Dios continuara su empresa y para ello vendrá el Hijos del hombre a imponer su justicia para acabar con el mal. Entonces vendrá un mundo de paz y de justicia entre los hombres en medio de la naturaleza y su morada y convivencia con el hombre será gloriosa.

Sólo los «pequeños», Los pequeños por la humildad. El arrogante considera que no debe nada a nadie. Los humildes no tienen la pretensión de condicionar a Dios ni exigirle que actúe según los intereses personales o de grupo; sólo los humildes y sencillos están capacitados para captar y entender y de aceptar a Jesús. “Muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis ahora” entremos en el contexto, después del regreso de los enviados al rescate de las almas, vienen a narrar como el poder de Dios se había manifestado, lo cual nos deja ver que la lucha espiritual es ganada por Dios, esto llena de gozo a Jesús y por eso exterioriza su alegría a través de estas palabras de alabanza al Padre.

Dios Hijo se hizo pequeño para darnos su grandeza; vino a caminar con el hombre para que caminemos en pos de El; se nos entregó, con el fin de que nosotros nos entregáramos a él; vino a demostrarnos su amor, para que viviéramos el mandamiento del amor; entrego su vida para que tuviéramos vida en El; (…). Pero el hombre se resiste a caminar con Dios.

Señor dígnate acoger nuestra humilde entrega y oración y que tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros méritos y concédenos humildad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


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