miércoles, 30 de enero de 2013

Los misterios del Reino de Dios.


El Reino anunciado por nuestro Señor Jesús, no se presenta grandioso y avasallador según suponían muchos contemporáneos del Señor. Nace con la persona y la predicación de Jesús, pero sus frutos dependen de las disposiciones y de la acogida de los hombres. La escena es totalmente actual para todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Cambian los escenarios pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad.

El que tiene ojos para ver no puede dejar de constatar cuántas cosas han nacido del Evangelio y nacen aún hoy donde es recibido. El reino se lee en la vida y en los ejemplos de los santos conocidos o desconocidos. En todas partes del mundo el Evangelio ha inspirado un sinnúmero de esfuerzos para crear comunidades y despertar la conciencia de los pobres y explotados, para que se hagan responsables de su suerte y que se liberen de las presiones. Esas y muchas otras realidades han nacido de la Palabra, pero han tenido que madurar en el corazón de las personas de fe.

Dios se dirige a un pueblo rebelde que no quiere escuchar ni entender. Felices los que acuden al llamado, los que entienden que esa decisión no viene de ellos, sino que les ha sido dada. Hoy la Palabra llega por medio de”parábolas”, es decir, a través de intermediarios y de limitaciones humanas. La Palabra que es un llamado a conocer, a encontrarse con Cristo y a dejarse amar de Cristo. Esa chispa que el Espíritu Santo enciende en cada corazón, debe ser animada permanentemente, no debe perderse o dejársela quitar; y a medida que se baya inflamando, creciendo dará frutos.

Como siempre, van a existir aquellos para quienes todo llega en parábolas sin entenderlas y aquellos que han entrado en los secretos (los misterios) de Dios. Y la comprensión de los misterios del Reino nunca es cosa hecha; la frontera entre discípulos y “gente de afuera” pasa a través de cada uno de nosotros; somos a la vez, según los momentos, lo uno y lo otro. Pero el Espíritu Santo nos revelara poco a poco el querer y el modo de actuar de Dios.

Quien se aleja del Espíritu Santo aunque escuche no oye, aunque oiga no entiende, porque viene el príncipe de este mundo y ofrece espejismos que aunque tangibles son pasajeros, todo esto tiene fin y no trasciende; el espíritu de la muerte impide vivir la voluntad de Dios. El Reino de Dios se basa en la acogida de la Palabra de Dios y como es un misterio no se puede palpar. Por tanto se duda y se desconfía y en estas condiciones jamás habrá sostén en la fe. El problema está en el terreno, no en la simiente.

El misterio de Reino de Dios, se hace efectivo mediante la obra y la gracia dada por el Espíritu Santo, de lo contrario por cualquier pequeño obstáculo, que no faltaran, se abandona su rumbo. Es también para quienes quieren llevar a otros el mensaje del misterio del Reino; en cualquier caso deben persistir sin claudicar. La meta es la cosecha, el fruto, es lo que se presentara al patrón para que mida la paga. “Los que invocáis al Señor no os toméis descanso. No le deis descanso hasta que restaure y haga de Jerusalén la alabanza de la tierra.” (Je.62, 6-7) Llegara hasta el final feliz, quien haya aprendido el olor de Cristo, para poderlo seguir.


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