martes, 15 de enero de 2013

Enseñaba con autoridad


“¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?” Y “Al decir aquí la Escritura que Dios le sometió todo, no se hace ninguna excepción” Hoy, primer martes del tiempo ordinario, san Marcos nos presenta a Jesús enseñando en la sinagoga, nuestro Señor Jesús se da a conocer enseñándonos no como los escribas y fariseos sino como el único que tiene poder y autoridad - «En verdad les digo...»

Esta autoridad y el poder de Jesús, no quedan en palabras sino que lo explica, lo vive y hace ver por medio de sus obras; sus palabras realizan lo que ordenan. Es así como los espíritus del mal, se manifiestan para reconocerlo como el hijo de Dios, porque quieren gritar lo que Jesús no quiere que se diga; los reconocimientos y títulos, en ese momento causaban confusiones en torno a su persona y a su trabajo a realizar en este mundo. Aunque el demonio quiere acelerar las cosas para impedir nuestra “Redención”, este queda expuesto a su poder y sus órdenes. No hay otro que tenga poder sobre los demonios, pero al mismo tiempo nos da la gracia para que con su poder, podamos impedir que los demonios entren o permanezcan en nosotros. Lo cual se conseguirá por medio de una verdadera conversión y entrega a la vida sacramental y con disposición decidida a cumplir la voluntad de Dios y no la voluntad de los demonios. Se ha desfigurado tanto la presencia de los espíritus del mal, que en nuestro tiempo se cree que somos inmunes, que en un momento dado estemos poseídos de espíritus del mal. Y no del Espíritu Santo.

Hoy el enemigo actúa muy sutilmente, mas sigilosamente que antes, y penetra lo que más ama Dios, los nacidos del agua y del Espíritu mediante el Bautismo en la iglesia Católica, por el cual se nos da el Espíritu Santo. Y con más insistencia a los consagrados; y un consagrado cae y se lleva muchas almas que aun estaban alejados del demonio. Por eso hay que orar por nuestros hermanos consagrados para que el Señor los lave y los cubra con su preciosísima sangre y a María santísima nuestra mediadora, para que los proteja con su presencia. Nuestra alma es lo más preciado para Dios, muchos creen que somos descendientes del animal o que somos lo mismo que el animal, por lo tanto se sienten tan miserables y hacen cosas peores aun, que el animal no lo haría.


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