miércoles, 16 de enero de 2013

El Señor nunca olvida sus promesas


Todos los hijos de una familia tienen la misma sangre; por eso Jesús quiso ser de nuestra misma sangre, para destruir con su muerte al diablo” De manera sutil Dios quiere hacerse muy familiar del hombre, por amor, por el deseo de su salvación, habiendo creado en libertad. Se hace uno como nosotros para darnos ejemplo y no le tomemos como una imposición, sino que sea una decisión nuestra el seguirle y con el obtener la vida. “Recurran al Señor y a su poder y a su presencia acudan” Del Señor obtendremos todo lo que queramos incluso algunos imposibles para nosotros, aun en el peregrinar de esta vida.”Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el que lo busca”. Como dice el refrán popular: el que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”

Con la narración del santo Evangelio situémonos en Cafarnaúm, aldea a orillas del lago, donde hoy día las excavaciones arqueológicas que se han efectuado en ese lugar han dejado al descubierto las ruinas de las casas del tiempo de Jesús. En un lugar donde se han ido construyendo iglesias sucesivas a lo largo de los siglos, estaban los restos de una casa, que ha sido identificada casi con certeza como “la casa”, la de Pedro y de su familia, junto con Andrés y su suegra. Nuestro Señor Jesús fue huésped de la familia sin galardones sino que vivía entre los hombres la verdad de Dios.

Al llegar a casa, como medico misericordioso y con poder devuelve la salud a la suegra de Simón y paz a la familia; no se deja ganar en generosidad. También es una manera de enseñarnos la manera de visitar a los enfermos demostrándoles un poco de cariño, lo que sin duda atrae favores divinos. Con su ejemplo nos enseña a ser agradecidos, a ser generosos y a interceder por los demás. Cuanta gratitud, cuanto cariño y cuanta intercesión le debemos a los que nos rodean.

La manera de actuar de nuestro Señor Jesús, sin duda sorprendió a todos y en especial a sus discípulos, nosotros descubrimos que hay algo excepcional en su persona. Especialmente la intimidad que existe entre él y el Padre, es especial unión estrecha y constante con el Padre. Esto nos mueve a la certeza que permitiendo la presencia del Señor, el nos va a revelar en nuestra alma la manera de conocer poco a poco, al Padre. También nos muestra que en vez de comodidades y prestigio esta primero la misión, el deseo de llevar su Palabra a los demás, para que ellos también alcancen el gozo de Dios.

Que nuestro Señor Jesús toque también nuestra mano, para que quedemos libres, nos cure nuestras heridas y calme nuestras dolencias...Así, agradecidos levantémonos, pongámonos en pie para servir en presencia de Dios. Pero, quizá alguien diga: “¿dónde está Jesús?” El vive y está aquí, en medio de nosotros, que quiere ser Rey de nuestro vivir. “En medio de vosotros hay uno a quien vosotros no conocéis” (Jn 1,26; Lc 17,21). Con la fe experimentaremos la presencia de Jesús que nos toma de la mano en nuestras debilidades y necesidades.


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