martes, 22 de enero de 2013

"El dueño del sábado": la liberación aportada por Cristo


A la gente le parecía normal que un transeúnte arrancara espigas o tomara frutas cuando tenía hambre (Dt 23,26). Sin embargo los fariseos se escandalizan porque los discípulos de Jesús hacen eso en día sábado, día en que estaba prohibido cualquier trabajo. Jesús recuerda que las leyes más santas sólo tienen una finalidad: la vida y la salvación de los hombres. El olvido de esta palabra liberadora se ha pagado a veces con el alejamiento de pueblos enteros que querían un Evangelio sin las “santas leyes” promulgadas por la Iglesia en tal o cual época. Hoy vemos como la gente vive apegada a costumbres que deforman la Ley, nos quedamos en pequeñeces y nos olvidamos de la presencia del Espíritu Santo que es Dios, y quien quiere habitar en nuestro ser.

Pero también es una esperanza poco vista, se trata de entender que Jesús es más que la ley y más que la creación, es “por quien todo fue hecho”. San Pablo nos dice: “Esta esperanza que nosotros tenemos, es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor, convertido en Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.

Se puede destacar la total libertad del Señor quien no está sometido a ninguna ley religiosa y actúa como “Señor” de la ley de Dios._  “La fórmula de san Ignacio —“vivir según el domingo”— subraya también el valor paradigmático que este día santo posee con respecto a cualquier otro día de la semana. En efecto, su diferencia no está simplemente en dejar las actividades habituales, como una especie de paréntesis dentro del ritmo normal de los días. Los cristianos siempre han vivido este día como el primero de la semana, porque en él se hace memoria de la radical novedad traída por Cristo. Así pues, el domingo es el día en que el cristiano encuentra aquella forma eucarística de su existencia que está llamado a vivir constantemente. “Vivir según el domingo” quiere decir vivir conscientes de la liberación traída por Cristo y desarrollar la propia vida como ofrenda de sí mismos a Dios, para que su victoria se manifieste plenamente a todos los hombres a través de una conducta renovada íntimamente” (Benedicto XVI).

«El orden social y su progresivo desarrollo se han de subordinar en todo momento al bien de la persona, porque el orden de las cosas se ha de someter al orden de las personas, y no al revés. El mismo Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado” (cf. Mc 2,27)(Concilio Vaticano II).


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