jueves, 23 de enero de 2014

Mi padre Saúl te busca para matarte


El anuncio del Evangelio, con obras y palabras, se expande y congrega junto a Jesús a multitudes de toda Palestina, como un preludio de lo que se repite en los cristianos de todos los tiempos. Sin embargo esta propagación por los comentarios de nuestro Señor Jesús, llegaban a todas partes, por tanto la gente necesitada se aglomeraba donde hiciera presencia. Esto fue motivo de selo y rivalidad, los fariseos tomaron todo esto en cuenta. Por otro lado mucha gente acudió con propósitos de sacar su propio beneficio personal, no por un reconocimiento de quien era el Señor y sus atributos. Eso mismo nos pasa a muchos hoy día; acudimos a su presencia con sentido mercantilista, en pos de milagros sin pensar que Dios siempre esta antes de los milagros.

¿Dónde ha quedado el reconocimiento, la lealtad, la obediencia, el servicio, los mandamientos, la aceptación de la autoridad, del Reinado y la voluntad divina, el proceso de conversión permanente? Muchos, por el contrario, han optado por la confianza en lo material, han puesto su complacencia en ídolos; permaneciendo en vida de pecado, en el relativismo, el subjetivismo, una religiosidad individualista, egoísta subvalorada, sin hacer ni dejar hacer. De ahí tantas falsas confesiones de nuestro Señor.


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