miércoles, 6 de agosto de 2014

“Esta voz del cielo la oímos nosotros”


Conmemoramos hoy la Transfiguración manifiesta en la Gloria de Cristo nuestro Señor y nuestra victoria, por Él. Todos somos hijos de Dios por filiación divina, somos su pueblo de los bautizados en nombre de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es decir Dios es quien nos ha consagrado y nos ha introducido dentro de sus elegidos, ha hecho de él su propiedad personal; sin que haya sido por nuestros merecimientos, ni tampoco ningún tipo de grandeza. Solo Dios es grande y es quien tiene el poder y la autoridad, solo las tres personas de la Santísima Trinidad son dignas de honor, alabanza, suyo es el poder y la gloria.

La transfiguración, acontecimiento de difícil entendimiento para nosotros, pero si podemos sacar algunas luces al respecto, ¿Quién es Dios? “El no es Dios de muertos, sino de vivos, y todos viven por él.»(cf. Lc. 20, 34-38) lo podemos corroborar hoy cuando hacen presencia Moisés y Elías, fallecidos ya hacía mucho tiempo. ¿Quién es el Padre? Es quien ha enviado a su Unigénito a cumplir la misión redentora para todos nosotros. Por tanto es lógico que haya querido hacer un dialogo personal con su Hijo en presencia de humanos para que dieran testimonio de la vida verdadera. ¿Quién es el Hijo? «Yo soy: YO-SOY.» (Ex.3, 14) «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»… reflexionemos en silencio. ¿Si lo honramos verdaderamente? ¿Si le escuchamos? ¿Si le obedecemos?

¿Y luego qué? Ya sabiendo lo anterior veamos pues cual es nuestro destino. Si vemos que Dios vive y que con el viven muchos de los que han sido separados de este mundo y sabemos que nuestro Señor Jesús resucito y que en el pasaje de hoy nos da una pequeña muestra de la gloria del cielo. Pues entonces nosotros conforme a sus promesas tenemos nuestro destino asegurado, pero depende de nuestro comportamiento, «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» y en (Jn. 2,5) «Hagan lo que él les diga.» nos dice María madre de Jesús y Madre nuestra. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí." (cf. Jn. 14, 1-31)


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