martes, 26 de agosto de 2014

Conserven las tradiciones que han aprendido


En la primera lectura San Pablo se preocupa por la iglesia y dice que lo importante es hacer una revisión de vida, y permanecer fieles, estar siempre atentos porque nadie sabe el día ni la hora; el día del Señor viene como un ladrón... (cf.Mc. 13. Mt 24; Lc. 21) “Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas.” Y en la misma tónica se manifiesta el salmo que resintamos hoy.

Ay de vosotros,… hipócritas” que aparentan obrar en rectitud, pero que en el fondo practican otra cosa bien distinta, falta la congruencia, la falta de mesura o equilibrio entre el modo de mirar a los otros y de mirarse a sí mismo. En nuestro tiempo y por un momento miremos, cuanta ignorancia, cuanta injusticia, cuanta necesidad y cuanto dolor padecen nuestros semejantes. Nuestra vida se mueve en medio de copas y platos relucientes pero atiborrados de robo, desenfreno, injusticia, mentiras, abusos, violencia… “Que nadie en modo alguno os desoriente”, Y Nuestro Señor Jesús nos repite, hoy también, que no se trata de apariencias, que lo que tiene importancia es la pureza interior.

Nos quedamos en el afán conseguir lo necesario para pasarlo bien, de conseguir sin compartir; de aprender lo que requerimos para nuestro propio beneficio, pero sin orientar debidamente, sin compartir para que otros puedan superarse. Haciendo cosas que aparentemente nos habilitan para hacer nuestra voluntad, pero sin hacer la voluntad de Dios. Nuestro interior permanece ciego, sordo y mudo; sin revisión de vida, quien no revisa su vida no hace méritos para la presencia de Dios. Si tuviéramos fe sería mucho más fácil la vida interior, la vida de oración, que las actividades humanas.

Cuando lo importante es el trabajo por el reino de Dios. Queremos que Dios sea el huésped solamente; pero el huésped solo puede hacer lo que el dueño del aposento determine. Es nuestro deber cambiar esa idea, lo que debemos tener muy en presente es que Dios debe ser nuestro Rey; y un rey es quien determina lo que se debe pensar, decir, hacer y desear.


No hay comentarios:

Publicar un comentario