viernes, 8 de agosto de 2014

¡Ay de la ciudad sangrienta!


Según el Evangelio, el Señor pregunta «Según el parecer de la gente, ¿quién es este Hijo del Hombre?»… «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.» a partir de entonces nuestro Señor Jesús anuncia su Pasión. Y ante esto Pedro se gana una reprimenda “Tus ambiciones no son las de Dios, sino las de los hombres.» (cf. Mt.16) por tanto el Señor quiere explicarnos que no solo se dará en Él lo de su dolorosa pasión, sino que todos nosotros también debemos sufrir en carne propia nuestra propia pasión. «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

Todos sin lugar a dudas queremos seguir a Cristo quien es, camino, verdad y vida. Pero el Señor pone una condición, “la Cruz” manifestada en la renuncia, en la entrega, en el servicio, en a caridad, en el amor; todo amor verdadero procrea sacrificio de una u otra forma. Con esta manifestación nuestro Señor Jesús nos sitúa claramente frente al maligno, al mundo y a la carne. A lo cual precisa nuestra renuncia “cruz”. Debemos sobreponernos a la insinuación del maligno, la soberbia, el querer ser dioses sin Dios, y la idolatría… La renuncia a lo que ofrece el mundo, el poder, la fama, el poseer, de manera desmedida y sobre todo la inutilidad para el bien en los demás, y en cambio sí, puesto en contra de la justicia y al amor. La renuncia a la carne, los placeres las sensaciones, la vanidad, la vana gloria, y sin sacrificios, sin obras, sin caridad, sin culto al divino Creador, sin obediencia y sin dialogo con El. Esto explica que es Ganar y que es perder la vida. Porque según Dios, la vida podemos ganarla o perderla.

La propuesta universal del reino de Dios, conlleva como premisa determinante, el amor a Dios y al prójimo cercano y compañero en este peregrinar. Meditemos sobre la voluntad divina y pidamos en oración, poder hacer la voluntad de Dios; para ello hemos sido dotados de dones, de talentos, que por obra del Espíritu Santo nos hace virtuosos. El santo Papa Francisco nos está invitando a leer y a releer el capitulo 5 y el 25 de san Mateo, para que meditemos y en estos dos lecturas vamos a encontrar lo que es cargar la Cruz y seguir en por se Cristo. Allí veremos que nuestra vida debe ser virtuosa por gracia de Dios, porque por lo contrario nuestra vida se puede perder.


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