lunes, 25 de agosto de 2014

El Señor se ha glorificado en ustedes, y ustedes en él


Cuando se jura por la ley se hace responsable; pero cuando se jura por certificarse su credibilidad, sobra; basta decir sí o no. Me parecen duras las críticas del Señor contra los escribas y fariseos, quiere erradicar de ellos la cultura de la hipocresía como su modo habitual de vivir. De manera que al analizar esta situación, vale para todos que de un modo o de otro somos ciertamente hipócritas. El evangelio de hoy constituye una crítica frontal al legalismo. Basta leer la primera lectura cuando san Pablo habla a los de Tesalonica, encontramos la razón cuando el Señor Critica a los que se comportan así.

Nuestro Señor Jesús cuestiona a los que quieren hacer cumplir la ley de manera minuciosa como la finalidad de la existencia humana. Los considera hipócritas, guías ciegos y corruptores del pueblo. En ellos la ley es solo una estrategia de dominación y de enriquecimiento con múltiples impuestos, sacrificios y ofrendas. En nuestros día quizás tenga mucho de parecido sofisticado con tendencias similares, cuando se desplaza la razón de la Ley, sin llegar al fondo del sentido espiritual como restablecimiento de la dignidad humana. A Jesús le importa mucho más la gente que las cosas.

Jesús quiere hacernos entender que la ley es una mediación humana para el cumplimiento de la voluntad de Dios, que consiste en la realización plena de la humanidad, lo material es secundario, es lo añadido. Quiere que corrijamos el dobles, quiere poner al descubierto donde esta puesto mi corazón, mi interés y que valor doy a la realización humana. Como parte de su iglesia, relativizo cuando procuro no tener problemas con ciegos y sordos que quieren guiar a necesitados de Dios y de su misericordia. Y el verdadero sentido del cumplimiento de la ley es la intención dignificadora que hay en toda ley. Y no el interés para defender los intereses perversos de los que están en el pedestal. 

De manera que encontramos un desafío como cristianos, como miembros de su iglesia a trabajar y a imponerse para poner al ser humano en el centro de todo proyecto y desde ahí delinear todo el interés a favor de la dignidad. -Temo que estamos lejanos a lo que Dios quiere del ser humano - porque prevalece en nosotros lo material y no la trascendencia, ni quien la concede. porque falta la certeza que es Dios Espiritu Santo quien santifica a la iglesia. Nosotros vestimos la concupiscencia-(Cf. Mc.1,24)


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