miércoles, 6 de marzo de 2013

Dios quiere Reinar en nuestros corazones


Para el mundo de hoy es cosa aparte la Ley de Dios, para nosotros los que nos consideramos cercanos como católicos, muchas cosas las relativizamos, como si la Palabra de Dios la pudiéramos tener en cuenta para cuando nos conviene, pero cundo lo prescrito toca nuestro orgullo y nuestro interés, la pudiéramos dejar de lado para complacernos de nuestro antojo. Por eso la Iglesia tiene la responsabilidad de ir donde hay ignorancia espiritual, de catequizar y de congregar. Dios con su Palabra quiere estar muy cercano quiere intimidad: « ¿Hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahvé nuestro Dios siempre que le invocamos?» (Dt 4,7). Nuestro Señor da cumplimiento del deseo de Dios, acercándose al hombre. «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17).

Por otro lado, es verdad que no se debe hablar tanto de lo malo, en cambio más bien hablar de las cosas de Dios, pero también es cierto que si no conocemos el enemigo como pudiéramos enfrentarlo, (nuestro Señor Jesús nos lo describió y su manera de actuar); ya casi no se habla del maligno, como si no existiera; pero lo más grave es dudar o no decir nada de las cosas que tienen que ver con los dogmas de nuestra Iglesia. Nosotros miramos las cosas de Dios con criterio humano y el Señor nos pide con su ejemplo, que miremos las cosas con sentido espiritual y trascendente. Jesús vino a darle plenitud a la Ley, nos lo dice san Mateo; pero hacemos lo que nos convenga para nuestra comodidad. Pero desafortunadamente esta manera de vivir no nos llena, lo que verdaderamente hace feliz por vivir con la sabiduría donada es el cumplimiento estricto de lo ordenado por nuestro Dios.

Como no lo vivimos tampoco lo perdemos enseñar, tampoco podemos dar ejemplo de vida; de ahí la decadencia del ser humano como tal, la tendencia que hoy se quiere implantar es la cultura animal, sin espíritu, sin alma, sin vida trascendente, es decir la condenación; ese es el trabajo y la astucia del maligno para que nosotros no restablezcamos la amistad con Dios y para que nos quedemos en la perdición, en la muerte. La liturgia de la Palabra nos invita a reflexionar con Moisés, que nos muestra que un hombre sabio e inteligente es el que sabe releer la historia de los mayores, sus experiencias de vida, cuando se aprende que pocas cosas son importantes en la vida y que son pocas las cosas que valen realmente para la vida fundamental del ser humano. Es la fe, la caridad, el amor, la tolerancia, el trabajo honesto, la gratitud, el respeto, (…)


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