martes, 20 de agosto de 2013

Para Dios todo es posible


«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.» Dios lo dice y nosotros los creyentes ponemos resistencia, casi que apostamos a que Dios no lo puede (flta de fe), para poner solo nuestras fuerzas. Pero bien, este concepto no es del todo equivocado, lo que ocurre es que no está bien enfocado, queremos hacerlo, queremos valernos por sí mismos, como una necesidad de hacer; puesto que quien vive en el ocio, se apoltrona a esperar a que todo llegue sin mover un dedo, esto no vale. Es necesario ser diligentes pero con Dios. Es Él quien nos va iluminando el camino y el hacer de cada día. Nuestra responsabilidad como católicos - comunidad eclesial, consiste en hacer el bien, (vivir para servir) como constructores de paz, de justicia para restablecer la dignidad del hombre, siendo fieles a Dios, reconocerle y darle gracias, que cada resultado sea para la gloria de Dios y no para nuestra vanagloria, con vida sacramental. Dejando de lado la crítica para reemplazarla por la oración. Dejando la omisión para denunciar. Dejar las ambiciones para ser justos. Sentirnos necesitados de Dios para que él pueda actuar. Sentirnos débiles para ver la obra de Dios.

“El poseer, la fama y el poder” van contra la propia persona porque son tentaciones que inflan el ego, y de paso contra la dignidad humana. Causante de injusticias y del incremento de la excesiva pobreza de los demás. Por eso el Señor nos habla del desprendimiento como una condición para experimentar la presencia de Dios desde ya en la vida presente.

Entonces vendrá la promesa de Dios, quien deje todos los apegos de este mundo para encaminarse a hacer lo que Dios quiere, quien opaca su voluptuosidad, para hacer la voluntad de Dios, “recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”. Dios quiere salvar a los hombres, incluyendo a los ricos, pero quitándonos todas las falsas seguridades y limitadas capacidades. No es nuestra fuerza capaz de imponerse a las fuerzas del mal, que vienen como artimañas para alejarnos de Dios.

Son ricos los que poseen los bienes materiales con mezquindad y como única ambición. Esta condición va contra la justicia y la caridad. Pero también son ricos los que se sientes dioses sin Dios, los que se consideran autosuficientes, los que se creen ya salvos. Ahora bien Dios quiere que seamos ricos en virtudes, que son los dones de Dios, los cuales nos habilitan para hacer la voluntad de Dios. Y como paga nuestro Señor Jesús ofrece la garantía de obtener mucho más de lo que se ha dejado “y heredar la vida eterna”.


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