martes, 30 de abril de 2013

Que tus fieles, Señor, proclamen la Gloria de tu reinado


El Señor nos pide ser portadores de su Evangelio a todas las personas de todos los tiempos y lugares para que todos los seres bendigan al Padre Dios ahora y para siempre. El Señor nos ofrece su paz para disfrutarla. La paz que Cristo nos ofrece no es la serenidad interior, ni el silencio que muchos tratan de lograr a través de ejercicios de tranquilidad. Es superior a la que produce la práctica de culturas de relajación. Es la fortaleza que beneficia nuestro espíritu. Y a medida de nuestra fidelidad y el cumplimiento del mandamiento del amor, aumenta hasta el punto de no querer sentir otro sentimiento diferente.

La paz que políticamente se logre es muy diferente por ser limitada, la paz verdadera solo proviene como don, esta paz nos habilita para trabajar por la justicia; sin la justicia los gobiernos no pueden garantizar paz social. Deseemos la paz que el Señor nos ofrece, lo único que necesitamos y que Él espera de nosotros es que nos dejemos amar por Él; y Él se encargará de hacer su obra de amor y de salvación en nosotros. Es por los sacramentos que contienen un misterio divino y en especial la Eucaristía, es el más visible signo del amor de Dios hacia nosotros, si no lo entendemos de esta manera podemos seguir caminando en la tristeza y la angustia, sin aceptar que Dios sigue haciéndose Dios-con-nosotros, compañero de viaje, alimento de vida eterna, buen pastor, luz y esperanza de quienes creemos en Él. La muerte de Jesús no será obra de los poderosos del mundo sino causa de su fidelidad radical al sueño del Padre y el regreso triunfante a su origen.

Era creencia común entre los judíos que el Mesías se manifestaría a todo el mundo como Rey y Salvador. Jesús, en cambio, habla de su manifestación a quien le ama y guarda sus mandamientos. Esta manifestación se dará como un «habitar» de Dios en el alma del cristiano. Dios había prometido su presencia en medio del pueblo en el Antiguo Testamento. Aquí se habla de una presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en cada persona convirtiéndola en templo digno para la presencia de Dios en Espíritu. Que se da en el alma de quien vive el camino de la humildad para el cumplimiento del mandamiento del amor con fidelidad, este ha convertido su vida en una conciencia de paraíso anticipado. Para recibir la gracia santificante y la protección contra el maligno quien quiere imponrnos agitacion. Pero por desobediencia son muy pocos quienes alcanzan este grado de santidad permanente. Nos quedamos con lo calamitoso y nos perdemos la mejor parte en esta vida y con riesgos de perder la vida fura y eterna.


lunes, 29 de abril de 2013

Os predicamos que os convirtáis de estas cosas falsas al Dios vivo.


El anuncio, el decir que Jesús está vivo y activo en medio de nosotros, no es por nuestra fuerza, capacidades ni por iniciativa propia, sino por la unión con Cristo. No es para nuestra vana gloria, únicamente somos intercesores entre Dios y los demás. Otra cosa es hacerlo de modo vivaz, inteligente, sin equívocos y para ello es indispensable la preparación, el estudio, la oración, la vida sacramental, el ayuno, la humildad, el amor, el deseo sincero por la salvación de las almas, en fin la obediencia a Cristo y la sumisión al Espíritu Santo. Al hacerlo bien, estamos poniendo nuestro granito de arena para que el Padre sea glorificado por el Hijo y por el Espíritu Santo.

Debemos estar prevenidos porque el maligno puede poner ante nosotros cosas aparentemente buenas para levantar nuestro ego, como vemos en el pasaje de los Hechos que leemos hoy – para citar otro caso contra Pablo en Filipos, una joven poseída – “gritaba: -¡Estos hombres son siervos del Dios Altísimo y os anuncian el camino de la salvación!” Hch.16,17) - Tenemos que ser consecuentes al decir, “somos siervos inútiles; sólo hicimos lo que teníamos que hacer”.

Hoy el Evangelio debe levantar con fuerza su Voz para decirle a los idolatras que no se fijen tanto en lo que les proporciona aparentes comodidades, en lo hecho por los hombres. Que no se fijen solo en los dones, sino en el Dios de los dones. Para que no se sometan al abandono, para que no se priven de su gracia y de su paz. Que Dios no nos abandona, los ingratos somos sus criaturas. Dios se hace el encontradizo como nos lo dice: «Me dejé encontrar por quienes no preguntaban, me hallaron los que no me buscaban. Dije. «¡Aquí estoy, aquí estoy!», a una nación que no invocaba mi Nombre. Extendía mis manos todo el día a un pueblo rebelde, que anda por un camino que no es bueno en pos de sus antojos,(Is.65, 1-2)

En Cristo hemos conocido a Dios y la plenitud del amor que nos tiene. Por tanto nuestra correspondencia debe empezar por ser fieles a su Palabra escuchándolo y obedeciéndole. Dios paga nuestra fidelidad en espíritu y en verdad, con su inhabitación divina. Él quiere hacer su morada en cada uno de nosotros. ¿Si nos preparamos para este acontecimiento que llenara todo cuanto podemos anhelar?, que el Espíritu Santo nos lo conceda.

El Espíritu Santo acompaña a la Iglesia hasta el fin de los tiempos, que es el fin del mal, donde se acabara el principado del astuto engañador y mentiroso. Donde acontecerá la nueva manifestación del Hijo nuestro Señor, con poder y justicia. De allí Dios retomara su plan divino inicial, donde habrá un “cielo nuevo y una tierra nueva”, mientras tanto los hijos de Dios hemos de vivir el mandamiento del amor con fidelidad, que nos habilita para vivir la voluntad de Dios. Conscientes que es el Espíritu Dios quien, desde nosotros, sigue dando testimonio de nuestro Señor Redentor, y continúa llevando a término la obra de Salvación y la construcción del Reino de Dios en los hombres.


sábado, 27 de abril de 2013

Quien me ha visto a mí ha visto al Padre


Para nosotros es difícil entender porque hay fuerzas poderosas del mal que impiden la acción apostólica, la conversión y el asentamiento del Reino de Dios. En el fondo el alma lo pide pero priman las costumbres, los vicios y la vanagloria: soberbia, esta es la más difícil de erradicar para el creyente. Pablo esperaba una respuesta positiva, la cual era de esperarse, debido a los acontecimientos y la presencia de Dios en medio de los hombres. Aquellos como nosotros hoy, nos resistimos a dejar en segundo plano lo temporal y poner como principal y necesario a Dios. Sin embargo la evangelización se debe al carácter universal imprimida por el Espíritu Santo que ofrece a todos la única gracia capaz de salvar, superando todo lo humano.

Jesús recalca el conocimiento del Padre. Quiere que seamos totalmente impregnados de la certeza de su existencia y sus atributos divinos. Enfatiza que El y su Padre son una misma realidad divina; en comunión íntima y tan profunda, hasta el punto que quien ve a Jesús -el Hijo- ve al Padre. Y que creer en Jesús es creer en las obras que él realiza como provenientes del Padre. Si decimos tener fe en Jesús, esto  va más allá de una sencilla adhesión; implica un modo de obrar según el obrar del Padre revelado en la persona de Jesús. Por la fe Cristo hace obras sobrenaturales para glorificar al Padre. Por la fe madura, se le permite al Padre llevar adelante, a través de nosotros, la obra de la gracia que empezó en su Hijo: «El que crea en mí, hará él también las obras que yo hago» ---“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).

Notemos que lo difícil para el creyente es madurar en la fe. Leemos en el Catecismo - 166 “La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros


viernes, 26 de abril de 2013

Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero


La muerte de Jesús no acontece como un fracaso sino un feliz regreso a su gloria después del deber cumplido; va a ser el tránsito hacia el Padre, con quien es uno por ser Dios. Por lo tanto nos abre el camino y nos revela la persona del Padre y anuncia la ocupación en la preparación de una morada en los cielos a cuantos han creído en Él y le han sido fieles. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”; “nadie va al Padre si no es a través de mí”. Jesús es, por tanto, Camino para llegar al Padre. -comenta San Agustín- es «como si estuviera diciendo: ¿Por dónde quieres ir? Yo soy el Camino. ¿Adónde quieres ir? Yo soy la Verdad. ¿Dónde quieres permanecer? Yo soy la Vida» (Serm. 142,1).

Podemos comprender cuál es la verdad revelada por nuestro Señor Jesús, y la vida eterna que nos puede donar. Pero la práctica, el camino, el ir tras las huellas de Jesús, como la única opción, como el ultimo anhelo, como lo principal y que ya no hay otra cosa que tenga sentido, es lo que muchos no alcanzamos a comprender ni seguir. Esa manera de vivir con Jesús vivo, presente pero invisible es la locura que nos presenta san Pablo.

Es más fácil creerle al mundo porque vemos en el algún tipo de seguridad relativa. Mientras que el caminar con Cristo le vemos como una aventura salida de actualidad. Ahora bien, no se trata de pensar que la responsabilidad recaiga sobre las cosas materiales que Dios, también nos permite para nuestro vivir; la falta está en que sean tenidas como lo principal, cuando son dones y por tanto quien lo otorga es principal y nos olvidamos de Él. La responsabilidad recae en la administración, en el uso que se haga de los bienes temporales.

Únete a Cristo, porque Él en persona es la verdad a la cual deseamos llegar: “Es la verdad que mi boca medita” (Pr 8,7). Si buscas dónde permanecer, únete a Cristo porque él en persona es la vida: “El que me encuentre encontrará la vida” (Pr 8,35). (Sto. Tomas de Aquino). Es Cristo quien puede proporcionarnos calma, serenidad y confianza para la trascendencia, lo que traduce su paz que fluye en nuestro corazón agitado por el activismo estéril.


jueves, 25 de abril de 2013

Proclamad el Evangelio a toda la creación


Desde el principio ha querido Dios su eterna Gloria para su creatura hecha a su imagen y semejanza. Pero la soberbia y la acción del maligno impiden. Por eso ha tenido que venir Cristo a nuestro rescate y ya sabemos que el camino es El. Los que aceptamos el llamamiento de Dios a participar de su Vida y de su Gloria, no podemos inventarnos un camino al margen de Cristo. Es con su aceptación, bajo el sino de la humildad, que nos hace estar abiertos a la voluntad de Dios.

El sentido misionero que nos trae el pasaje de hoy a ejemplo de la incipiente comunidad que vemos reunida vive la alegría de la Resurrección – sin dejar de lado sus temores al peligro eminente. Pero viene a ellos la gracia, Jesús se aparece para reiterarles el encargo y misión de anunciar la Buena Noticia. A quienes acojan el mensaje y se bauticen les promete la salvación y les da el poder de hacer señales prodigiosas. Ahora bien el comportamiento misionero, el trabajo del discípulo no es porque lo encuentra en un texto literario ni porque así se lo dicte la conciencia para contrarrestar las corrientes en que se mueve el mundo. Es por la presencia viva, sin coacción, pero con autoridad de quien es digno y el dueño de todo.

Oremos hoy por la diversidad y sus conflictos, para poder ver en el otro el rostro de Cristo, con derechos y responsabilidades. Demos gracias a Dios que se ha manifestado en las conciencias de nuestros parlamentarios colombianos quienes votaron en contra del mal llamado matrimonio entre el mismo género. Pidamos a Dios por aquellos equivocados, que se conformen con la constitución como sociedad de hecho y no pretendan justificar su pecado con el logro de un estatus que ha dado Dios con fines procreativos, mediante la gracia.


miércoles, 24 de abril de 2013

Yo he venido al mundo como luz


Por la seguridad que nos ofrece nuestro Señor Jesús, sabemos que Dios no es un ser ajeno a nosotros. Tenemos la certeza de saber cómo es, quien es y lo que hace. Dios ha tenido piedad de nosotros y nos ha bendecido al enviarnos a su propio Hijo como Salvador nuestro. Quienes hemos sido beneficiados con el don de Dios debemos convertir toda nuestra vida en una continua alabanza de su Santo Nombre.

Sólo el Hijo unigénito del Padre lo conoce a Él. Y el Padre Dios le ha confiado una misión al Hijo: salvarnos por medio del amor hasta el extremo, con entrega hasta de su propia vida. Así, a través de Cristo conocemos a Dios y el amor que nos tiene. De manera que quien rechace a Cristo estará rechazando al Padre Dios, que lo envió, y se estará cerrando a la salvación.

Ojalá y no nos cerremos al amor de Dios, pues entonces el amor se convertiría en juicio de condenación por no haber creído en ese amor. Que sea el Señor la luz que ilumine nuestro camino con su Palabra. Que sea nuestro guía, que sea nuestro camino; no por nuestras fuerzas sino por su gracia y nuestra aceptación. “Por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo”. Siendo así tenemos la responsabilidad de escuchar y obedecer, por nuestro bien; para no permanecer en tinieblas, para recibir la luz, la verdad y la vida


martes, 23 de abril de 2013

Alabad al Señor, todas las naciones


Los hechos de los Apóstoles, se le se le atribuye la labor del Espíritu Santo, que encamino a los primeros discípulos para conforma la primera y única iglesia universal, extendida a todos los pueblos como había ordenado el Señor, acción que hasta hoy nadie ha podido apagar. Que hasta hoy estamos en construcción, en medio de errores, desaciertos, dificultades, de críticas e incomprensiones; pero que camina sin acabar, porque no es obra de hombres. La Iglesia anhela complacer obedientemente al Señor, es obra de Dios que lucha contra el maligno, el que nos causa la muerte. Así es el caminar de nuestra Iglesia recibiendo la divina inspiración del Espíritu Santo. Sin olvidar que todos somos la Iglesia de Cristo, tenemos la gran responsabilidad de dejarnos seducir, conducir y hacer la obra apostólica como buenos discípulos, no por nuestras fuerzas sino por la gracia; sabidos que es el Espíritu Santo quien puede penetrar en los corazones para encender el fuego del amor de Dios.

En contraste con el significado que esa fiesta tenía para los judíos, Jesús se da como el Mesías que instaura un nuevo orden salvífico centrado en la gracia, superior al que existía entre los israelitas centrado en la Ley (cfr 1,17). Ante las dudas de si Jesús es el Mesías, Juan resalta la unidad de Jesús y el Padre. Se reafirma que Jesús ha sido enviado por el Padre. Estamos ante la centralidad de la fe en Él. Quienes se resistan a reconocer que Jesús realiza sus obras de parte de su Padre no podrán creer. Nosotros pertenecemos al Padre Dios; pero el pecado, por desgracia, nos alejó de Él. Pero por que nos ama tanto nos entregó en las manos de Nuestro Señor Jesús quien ha pagado un alto precio por nosotros para poder devolvernos la eterna amistad con el Padre, pues estábamos muertos en manos del astuto y nuestro Señor con su sacrificio y su alimento nos devuelve la vida. Cosa que nadie más puede hacer. Cosa que solo se obtiene por medio de Él. Jesús da su gracia a todos, pero algunos ponen obstáculos de soberbia y no quieren abrirse a la fe. Se resisten a la conversión que es cosa de dar un cambio de pensamiento cambio en el uso de todo lo creado, empezando por nuestro ser. Dios lo ve todo y no podemos olvidar que Dios es amor pero también es Juez que perdona. Es la Luz del mundo que devuelve la vista al ciego de nacimiento, pero que condena, en cambio, a los que no quieren ver (cap. 9). Él es la Puerta por la que se entra a la Vida Eterna y el Buen Pastor que da su vida por todos los hombres (10,1-21).

“Yo y el Padre somos uno” Jesús revela los misterios de la Santísima Trinidad. Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad – Padre – hijo – Espíritu Santo. Unidos en el mar del amor, sin división, en una misma divinidad y majestuosidad eterna. No son tres dioses, sino un mismo Dios...


lunes, 22 de abril de 2013

¡Mi alma tiene sed de ti, Dios viviente!


A Las Culturas Judías no le es fácil escapar, incluso a Pedro; habían escuchado del Señor “id a todas las naciones y bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”; no a circuncidarlos. Es necesario que Dios nos haga la aclaración: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano». (Todo lo que Dios hizo le pareció bueno) el hombre ha hecho mal uso de lo creado. Ha empleado mal lo visible y lo invisible, incluido el tiempo, que es también de Dios.

Ocurre en Pedro un cambio, no era fácil la apertura de la iglesia universal, simbolizada en la visión del gran mantel. (Un poco más adelante este tema seria causal del primer concilio de la Iglesia). Tampoco fueron fácil otros cambios que el Señor provocó en él. Nosotros tampoco escapamos de la incredulidad de la doctrina del Señor, con alguna facilidad llegamos a creer, pero no fácil a obedecerle. Seguimos concordantes con las corrientes del mundo en que vivimos, causando el mal uso de lo que Dios nos da, tomamos muy de nuestra cuenta el libertinaje para pasar de largo la sentencia de “administrar y cuidar” (cf. Gn.2) a toda la creación a partir de nuestro ser.

La obediencia de nuestro Señor Jesús, “Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente. Tengo potestad para darla y tengo potestad para recuperarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre”.-- “El buen pastor da su vida por sus ovejas”. Muy diferente a los que suelen denominarse pastores hoy día, que quitan la vida de sus ovejas.

Para ser buenos pastores en el mundo habría que mirar muy detenidamente a Cristo, para actuar en concordancia, no como simples funcionarios públicos  De alguna manera somos «pastores», por encargos de autoridad, de ministerio con relación a otros, en la Iglesia, en la comunidad, en la familia, en cualquier agrupación cristiana o humana. Todos tenemos responsabilidades de pastorear a otros para que no se desparramen a la llegada del lobo. El astuto que siempre nos dirá “no es cierto que moriréis -- seréis como dioses” (cf.Gn.3) nada de administrar, de cuidar y hacer el uso adecuado con todo lo creado, menos el interés porque otros hallen la salvación. Por eso se hace presente lo que nos dice el Señor: “Porque del corazón proceden los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias”. (Mt.15, 19); san Pablo en la carta a los gálatas 4, y a los Romanos (1,21-22)

Por otra parte como nos podremos ver como ovejas de Cristo. Las ovejas tienen unas particularidades: obediencia, nobleza, conocen a su amo, escuchan la voz de él y le siguen por donde las conduce. Si miramos los atributos de estos animalitos, podemos darnos cuenta de que tan lejos estamos de la voluntad del Señor que nos dice: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» aunque hay mucha descarriadas el Señor quiere que todos “formarán un solo rebaño, con un solo pastor”, (Iglesia universal). Es fácil ver como el lobo de este mundo desparrama. Nosotros por no aceptar en todo a Cristo, nos cegamos en nuestros afanes sin hallar la paz ni las soluciones inmediatas, nos desviamos y conllevamos a otros por caminos que no conducen a la vida que nos puede dar nuestro Señor Jesús.


sábado, 20 de abril de 2013

La Iglesia crecía en número, asistida por el Espíritu Santo


La primera lectura acontece hacia el año 37. Poncio Pilato ha tenido una muerte violenta. Vitelio Marcelo es ya el nuevo procurador. Al recibir la noticia de la muerte de Tiberio, Vitelio abandona la campaña contra el rey nabateo Aretas IV y está a la espera de órdenes. En Jerusalén han destituido al sumo sacerdote Jonatán, hijo de Anás, y puesto en su lugar a su hermano Teófilo. En Roma Cayo César Augusto Germánico, llamado “Calígula”r, es el emperador. Un amigo suyo, y tan libertino como él, Herodes Agripa, nieto de aquel Herodes que causara la muerte de los inocentes de Belén, pronto se hará con el poder en Galilea y otros territorios limítrofes con el favor del nuevo soberano. Lucas nos dice: “Entre tanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría; se iba construyendo, progresaba en la fidelidad al Señor y se multiplicaba, alentada por el Espíritu Santo” (Hechos 9,31). Pedro en Jerusalén; Pablo y Bernabé, en Tarso. Pero ahora el apóstol Pedro recorre todas aquellas regiones, visitando las comunidades, alentando y anunciando la Buena Nueva: ¡Cristo ha resucitado!

En una de sus salidas bajó a Lida, una pequeña ciudad a unos 50 kilómetros de Jerusalén en dirección a la actual Tel Aviv. Allí curó a un paralítico, Eneas, que, como nos detalla una vez más el médico Lucas, “desde hacía ocho años no se levantaba de la cama” (Hechos 9,33). No lejos de Lida, en Jafa, en hebreo Yafo, “la hermosa”, y hoy día el barrio antiguo de Tel Aviv, al saber los discípulos que Pedro estaba cerca, le enviaron dos mensajeros para que fuese a verlos, porque “una discípula llamada Tabita (es decir Gacela), que hacía infinidad de obras buenas y de limosnas” (Hechos 9,36), había fallecido. Necesitaban consuelo y tal vez abrigaban la esperanza de que Pedro hiciese en Jafa lo que hacía en Jerusalén. Ya lo había dicho Jesús: “Cualquier cosa que me pidáis alegando mi nombre, la haré” (Juan 14,14) y el Espíritu Santo alentaba a los discípulos a creer en la palabra del Señor. Es muy emotiva la escena en que un grupo de viudas muestran a Pedro los vestidos y mantos que la difunta hacía. Hasta se ha hablado de un pequeño taller en el que aquellas mujeres encontraban empleo.

Dios, el Dios de la vida, para librarnos de la muerte, ha enviado a su propio Hijo, el cual hecho uno de nosotros ha dado su vida para que nosotros tengamos vida, y la tengamos en abundancia. Dios nos concede el pan pasajero el que no puede dar vida y la gracia para disfrutarlo y asimilarlo, como sustento para nuestra naturaleza. Pero solo Jesús es el Pan bajado del cielo y que da vida eterna y para ello nos ha dejado su Palabra y en forma misteriosa ha querido quedarse en las especies consagradas como alimento sobrenatural, espiritual para quien se acoja a Él. Parece imposible para nosotros simples mortales; pero lo imposible, es posible para Dios. Es el Padre Dios quien toma esta decisión de entregarnos a Cristo para que se lleve a efecto la alianza nueva y eterna. La Eucaristía culmen del católico y lugar de encuentro con el Dios de la Vida. Mediante su Cuerpo y su Sangre somos habilitados para la Vida eterna.

Sábado día de nuestra Madre celestial, es propicio acudir a ella para que nos ayude a entender los misterios y gozar de ellos, siendo la primera en recibir el Cuerpo divino de Cristo.

viernes, 19 de abril de 2013

El Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre.


Pablo, de perseguidor del “camino” como se le llamaba a los cristianos antes que los seguidores de Antioquía por primera vez, los denominasen cristianos. Se convierte en testigo de la salvación que Dios ofrece a todos en Cristo Jesús, el cual se ha querido identificar con quienes crean en Él. Dios sabe, conoce el interior de cada persona y los elige a los para llevar a cabo su obra salvífica. Por eso todos merecen nuestro cariño y respeto. No podemos pensar que servimos a Dios cuando perseguimos, destruimos u odiamos a nuestro prójimo; más bien seríamos reos del mismo reclamo que Jesús hizo a Pablo: ¿Por qué me persigues? 

Dios siempre es abierto a todo el que quiera su amistad, jamás cierra su corazón amor que se hace extensivo de manera personal a todas sus criaturas. Hemos visto cantidad de personas desviadas en la práctica de alguna forma de pecado, pero si este pecador se arrepiente y cambia no estará excluido del amor de Dios. Nuestra infidelidad será perdonada, pero Dios siempre permanecerá fiel y su amor se prolongará de generación en generación para todos, en espera d nuestra conversión, para darnos la vida.

La razón de la encarnación del Hijo de Dios es la participación a nosotros de la vida de Dios. Su sacrificio siendo Dios se hace poder contra la muerte. Pero esto no podrá llevarse a efecto sino en la aceptación, mediante la fe en el Enviado del Padre, y en hacerlo nuestro alimento mediante la participación en la Eucaristía, Pan de vida eterna. Jesús hace la parte principal la secundaria corresponde a nosotros, querer salvarnos mediante la aceptación de Cristo con decisión. Su mensaje de Hoy nos hace ver la profundidad del misterio sacrificial y eucarístico. -¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Es la pregunta que denuncia la mentalidad incrédula de los que no se permiten ser templos, ni se dejan regenerar por el Espíritu Santo, quien es el que da la gracia para una verdadera adhesión a nuestro Señor Salvador. El que abre su ser a Dios recibe como don la vida en Cristo, resurrección e inmortalidad.

Por intercesión de nuestra Madre celestial pidamos de Dios la gracia de que su Hijo Jesucristo, Pan de Vida eterna, sea realmente para nosotros el Camino, la Verdad y la Vida. Y que además, nos conceda los dones necesarios para cargar nuestra cruz da cada día y poder hacer todas las cosas de acuerdo a su santa voluntad.


jueves, 18 de abril de 2013

Atraidos por el Padre - El que coma de este Pan no morirá


Nos encontramos con alguien que no era judío, sin embargo, formaba parte de la comunidad judía en calidad de «prosélito». Un etíope; y por consiguiente llevará lejos el Evangelio. Es un personaje influyente y cuenta con la posibilidad de disponer de un costoso rollo manuscrito de la Biblia. Vemos un claro ejemplo que Dios dispone todas las cosas, valiéndose de humanos para salvar al hombre mediante la agracia y la acción del Espíritu Santo. Pero es indispensable que tomemos en serio la preparación para dejar de lado la ignorancia espiritual, para cambiar y contagiar al mundo que nos rodea.

La fragmentación de texto tiene la finalidad de que nos fijemos bien en cada uno de los versículos del Evangelio de san Juan, debido a la importancia que tiene para poder comprenderlo y la primacía para nuestra vida espiritual. Encontramos la centralidad en el Padre “Papá, papito”. Cómo quería Jesús que conociéramos a su Padre, que supiéramos que al seguirlo a Él estamos siendo atraídos por el Padre. Desde la antigüedad se testimoniaba que “todos serán discípulos de Dios”. El discípulo escucha la voz del Señor, se congrega en torno a Él, aprende mediante la luz transformadora del Espíritu Santo, quien fortalece su espíritu para obrar en espíritu y en verdad, con decisión obediente la obra de acuerdo a la voluntad de Dios.

Para aquellos y también para nosotros hoy día es difícil entender pero más difícil practicar las revelaciones que nos Hace el Señor sobre su misterio, —“Yo soy el pan de vida” - «Yo he bajado del cielo»— quizá al ver las especies del pan y el vino convertidos por obra de Dios, con mediación del consagrado por imposición de manos desde los apóstoles, se hace alimento vital para nuestra vida y que nosotros podemos dudar y sobre todo no asumirlo con la debida disposición como lo merece nuestro Creador, nuestro Salvador, nuestro santificador.

Sólo el hombre que vive en comunión con Jesús se realiza y se abre a una vida trascendente total, verdadera y feliz. Sólo «quien come» de Jesús-pan, no muere. Jesús, pan de vida, dará la fortaleza para este trasegar de nuestra vida terrea y la inmortalidad a quien se alimenta de él, a quien, por la fe, interioriza su Palabra y asimila su vida. Por sobre todo es obra divina, misteriosa, poderosa, maravillosa; imposible ver con nuestros ojos corporales debido a nuestra concupiscencia que tenemos encarnada. Si meditamos nos damos cuenta que es necesario avivar la hoguera de nuestra fe. San Agustín nos dice: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Gusté de ti, y siento hambre y sed de ti


miércoles, 17 de abril de 2013

Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre.


Con motivo a la persecución y el peligro de correr la misma muerte del Señor en tan poco tiempo, no era por demás que sintieran el deseo de sobrevivir, pero no falto quienes alentados por el Espíritu Santo, desearan proclamar a Cristo como lo hizo Esteban y Felipe. Lógicamente dirigidos por Pedro. Para nosotros los cristianos debemos estar plenamente convencidos de la fe en Cristo para ir a anunciarlo donde hayan quienes quieran oír la buena nueva; y la fe no puede quedarse en palabras sino que debe manifestarse en la obra por amor a imitación del Señor; así lo podrán contemplar desde nuestra vida.

Muchos creen que hay un Dios, un poco menos le creen a Dios, y muy pocos le obedecen a Dios. No Basta con recibir los bienes materiales, faltaría la vida; no es suficiente oír su Palabra, sentir su presencia, recibir sus beneficios. Es primordial obedecerle y aceptarlo como Rey de nuestras vidas.

Jesús se presenta como el Pan de Vida. Sus palabras contienen tres misterios: - La fe en Jesucristo, que es «ir hacia Jesús» aceptando sus signos, sus palabras y obedecerlo. - La resurrección de los creyentes, que se inicia en esta vida por el bautismo, por la fe y por la obra y que se cumplirá plenamente al final.-El querer de nuestro Padre Dios, que todos los hombres podamos salvarnos, por medio de Jesucristo.

Pero muchas cosas en el mundo operan mal debido a que el hombre quiere ser dios sin Dios; incluso dentro del mismo conglomerado católico. Por el bautismo lo somos, por la tradición de familia pero vivimos una fe muerta, ponemos nuestro empeño en lo material y llegamos a ser prevenidos contra las cosas de Dios, no queremos creer ni obedecer a Dios, ay muchas cosas que las percibimos con nuestros sentidos que impiden que nuestro espíritu se fortalezca y que nuestra alama adquiera conocimiento y formación.

Debido a este mal funcionamiento Cristiano, el mundo anda mal, prevalece el individualismo y cada día los pobres son más pobres y los de clase media tienden a decaer y como resultado todos los bienes materiales, (o creado) está siendo poseído por unos pocos. De que nos sirve creernos cristianos y nos alimentamos del Pan de Cristo, si poco hacemos, poco denunciamos y poco participamos, nos está matando la indiferencia, el desagradecimiento, la falta de compromiso y la ignorancia. Total la misión de Jesucristo, su ejemplo y su mandato queda por nosotros falsificado. Estamos convirtiendo a Jesucristo en un simple ídolo sin vida. Bien nos lo decía “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” De Palabra repetimos la doctrina y nuestros actos son conforme al materialismo y al impulso de nuestra sociedad. Estamos necesitados de la originalidad de Cristo, que la persona comulgue con el proyecto de Jesús y que él sea el pan de Vida.


martes, 16 de abril de 2013

El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo


Como podemos apreciar en la lectura de los Hechos, ayer como hoy a nadie le gusta que le digan la verdad en la cara; y un poco menos cuando se trata de las cosas de Dios, porque se asoma nuestra soberbia que nos lleva a odiar. Sin embargo a manera de Jesús debemos denunciar la injusticia, lo que va en contra de la dignidad humana. Debemos ser conscientes de toda a obra que ha hecho la Iglesia a lo largo de la historia en favor del más desprotegido, movidos por el amor que Cristo nos enseñó. Y si algunos pocos dan un testimonio incongruente, se debe a nuestra falta de oración. Es el mandamiento del amor, no hay otro el camino de la Iglesia, esposa de Cristo, que lo prolonga con su amor salvador y misericordioso en la historia.
Dios se ha convertido en fortaleza, refugio, muralla y roca firme para el justo perseguido”. Los mártires nos han dejado un legado, de obediencia, de perfección a la que hemos sido llamados todos y la manera radical y firme de la confianza en Dios,

“Porque el pan de Dios es el que ha bajado del cielo” El Padre Dios es quien nos ha enviado a su propio Hijo como el pan que da la vida al mundo. Quien pide más señales a fin de creer en él, es tenerlo como el milagrero, como el que apaga nuestros incendios y no como nuestro salvador. Jesús, el Enviado del Padre como pan de vida para el mundo, es quien ha bajado del cielo, no como el mana que también fue alimento como prefiguración, pero que caía del cielo para alimentar al pueblo peregrino por el desierto. Es igual para nosotros, es el Pan que calma nuestra hambre y nuestra sed como fuente de vida, para fortalecimiento de nuestro espíritu y nuestra alama; por el desierto de nuestra vida terrena.

Quien pide más señales es un desagradecido, no tiene la capacidad de reconocer el milagro diario que Dios realiza en cada quien. Se debe a nuestro sentido materialista, egoísta, relativista en que vivimos. Pensamos solo en lo que puede satisfacer nuestras apetencias, para ello trabajamos y nos esforzamos. Pero para lo que tiene trascendencia lo dejamos para otros viéndolo como algo no propio al ser humano, olvidando que nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.

«Señor, danos siempre de este pan» para aquellos no sabían lo que pedían, pero nosotros sí sabemos cuál es el Pan ofrecido por nuestro Señor; por supuesto que incluye el pan material pero es más importante el pan espiritual, porque es el alimento para la vida eterna que nos lo concede permaneciendo en fidelidad junto a Dios.


sábado, 13 de abril de 2013

No teman, soy yo


«Los helenistas» se trataba de una comunidad muy compleja. La formaban dos grupos de diversa lengua, mentalidad, cultura y posición social. Al llegar a la solución pacífica con el nombramiento de los siete, todos elegidos para “servir a la mesa”, pero sus deberes no consistían exclusivamente en eso. Esteban y Felipe también se dedicaban al servicio del Mensaje. De hecho, vemos a Esteban, en pleno debate con los judíos y, más tarde, a Felipe proclamando a Cristo por los caminos del mundo. Hemos de entender que ambos ministerios, el de la palabra y el servicio a las viudas, iban juntos en la misma persona, tanto más que un cristiano no puede dejar de hablar de Cristo, cualquiera que sea su cargo en la comunidad; Una lección que tal vez tengamos que aprender hoy día. Aún más aun cuando nos damos cuenta que la humanidad tiene mayor necesidad de Dios que de alimentos, pues llenos de Dios obraríamos la caridad por amor.

Nuestro Señor Jesús nos da una lección importante, se aleja de la tentación, después de multiplicar el pan la gente quiere proclamarle como su rey terreno; él no busca la gloria humana, su Reino no es de este mundo. Busca la intimidad con el Padre y hace la obra en nosotros más que con palabras con sus obras y su vida misma. A nosotros como creyentes tampoco nos hace bien la vana gloria, como bien nos lo dice el Papa Francisco que el cristiano debe mantenerse siempre humilde y alejarse de la tentación del triunfalismo. “Que el Señor nos salve de las fantasías del triunfalismo, porque el triunfalismo no es cristiano, no es del Señor. El camino del Señor es el camino de cada día, en la presencia de Dios”. Para el hombre siempre habrá dificultades, mareas y tormentas, pero la misericordia de Dios se hace presente allí donde están sus hijos, para ponerlos en tierra firme para que hallemos nuestra seguridad en Nuestro Señor Jesús, quien nos llena de su paz. Todos podrán abandonarnos, sin embargo, Aquel que nos amó hasta dar la vida por nosotros, será nuestro acompañante, siempre estará en camino con nosotros.

Todos hemos escuchado el pasaje donde nuestro Señor camina sobre las aguas y nos habremos hecho algunos interrogantes. Él quiere demostrarnos su poder sobre su creación y nos está mostrando su señorío; al mismo tiempo que podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por la tempestad y el mar embravecido en la oscuridad. Y nos dice: «Soy Yo, no teman».


viernes, 12 de abril de 2013

Distribuyó a los que estaban sentados, dándoles todo lo que quisieron


Cuando el hombre se enemista con Dios, sale perdiendo siempre. Razonamiento bien interpretado por Gamaliel. "No se metan con esos hombres y déjenlos en paz, porque si lo que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá por sí mismo, pero si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y correrán el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios». Por tal motivo uno no puede estar fuera de la Iglesia de Pedro, es la que es dirigida por el Espíritu Santo. No digo que los hermanos separados se tengan que condenar, pues la misericordia del Señor es infinita. Sólo el amor será la fuente de criterio para discernir y distinguir las cosas que son de Dios y que provienen de Él. Y la obra que se haga debe contener el ingrediente del amor para que sea agradable a Dios.

Mucho puede deducirse del pasaje del Evangelio de hoy, sin embargo me parece oportuno hacer un paralelo entre lo acontecido con el alimento que Dios proporciono al pueblo elegido cuando caminaba por el desierto y lo hizo con el pan caído del cielo (Mana). Luego Jesús Bajado del cielo calma el hambre de sus seguidores como prefiguración del alimento espiritual para nosotros con el pan bajado del cielo que es el mismo Señor, que en forma invisible se hace alimento para nuestro trascurrir en pos de quien nos va conduciendo a la patria Eterna.

Este acontecimiento es signo de la Eucaristía, en aquella ocasión alcanzo el alimento para todos y hoy también Dios se hace alimento para quien quiera acogerlo. Jesús, en la Eucaristía, se convierte para nosotros en el Pan de Vida, partido y compartido para los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares. Y su Iglesia aunque diezmada, perseguida y sufrida llegara al fin de los tiempos para posesionarse en el plan inical de Dios.

A la vez nos invita a compartir, la caridad se pone de manifiesto ante el necesitado. Por otra parte nos invita confiar y a tener fe en el Señor; es un mensaje de esperanza, no importa la falta de medios, de recursos, del lugar, allí están lo sobrenatural, lo que le parece imposible al hombre, pero que es posible para Dios.


jueves, 11 de abril de 2013

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.


Hemos visto a personas que dan testimonio con su vida del Señor, sin haber vivido de la Palabra ni haberla estudiado porque son personas que creen y son dóciles la doctrina; y que difícil para otros dar testimonio y ser obedientes a los mandatos de Dios. Hablan de Dios y no dan testimonio de Él. Que fácil obedecer a personas y con mayor facilidad obedecer a nuestro cuerpo concupiscente y relativizar lo de Dios. Otros tantos se han alejado de su misión y han perdido el horizonte de la vida cristiana por que encontraron un pretexto, una dificultad, una prueba pequeña, porque se dejaron consumir por la soberbia. “Pedro y los apóstoles respondieron: -Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Nosotros como familia universal debemos hablar de lo que hemos visto y sabido de Dios, de lo que se nos ha comunicado, a imitación de Cristo que hablo de la eternidad porque la había visto y vivido; Jesús habla del cielo y los hombres hablamos de lo de la tierra. También es cierto que si no vivimos en comunión con Dios quien nos ilumina nuestro entendimiento, no seremos capaces de comprender, de oír y de ver. Vivamos con la mirada en Cristo en quien el Padre Dios puso todo en sus manos, no tenemos otro nombre en el cual podamos salvarnos; rechazar a Jesús, por tanto, es haber perdido la Vida.

“Si hubiese alguno para quien callase el tumulto de la carne; y callasen los fantasmas de la tierra y de las aguas y del aire; y callase el cielo, y hasta su propia alma callase y saliese fuera de sí, no pensando en sí; y callasen los sueños y las imaginarias revelaciones; y callase toda lengua y todo signo y todo cuanto nace para desaparecer; si hubiese alguno para quien todo esto callase --porque para quien tiene oídos, todas estas cosas dicen “no nos hicimos nosotros, sino que nos hizo El, que permanece para siempre.” (cf Sal 99,3-5) Y si dicho esto todas las cosas enmudeciesen porque elevaron su oído hacia Aquel que las creó. Y si luego hablase El solo, no por ellas, sino por Sí mismo, para que oyésemos su palabra, no ya por lengua de carne, ni por voz de ángel, ni por tronido de nube (Ex 19,16) ni por enigma de parábola, sino directamente a El mismo, a quien amamos en estas cosas...a El mismo, a quien sin estas cosas oímos, a la manera que ahora extendemos las alas de nuestro pensamiento y en su vuelo nos elevamos hasta tocar la sabiduría eterna...Por ventura, todo este cúmulo de cosas, ¿no es realización de aquellas palabras evangélicas que dicen: “Entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25,21) (san Agustin)

miércoles, 10 de abril de 2013

Los hombres que ustedes arrestaron están en el Templo y enseñan al pueblo


A pesar de las dificultades y entorpecimientos que se puedan presentar es nuestro deber, por ser mandato del Señor, proclamar la Buena Nueva, lo necesario para la vida; debemos actuar con fidelidad a Dios, el confía en nosotros para que pongamos nuestro granito de arena, o sea la intercesión, pero quien hace la obra es Dios, es el Espíritu Santo quien puede penetrar en el interior del hombre para llevarle la luz que necesita.

Dios nos confía la misión, no podemos esperar para mañana. Anunciar a Jesucristo y hacer el bien como Él lo ha hecho con nosotros; es deber despertar de nuestro sueño y liberarnos de las cadenas de nuestro egoísmo para proclamar a Cristo a tiempo y destiempo – como nos lo dice san Pablo. Para eso hemos nacido y venido al mundo: para dar testimonio de la Verdad con las obras y con las palabras.

El santo Evangelio sintetiza cómo la muerte de Jesucristo es la manifestación suprema del amor de Dios por nosotros los hombres. Para el lector actual esas palabras constituyen una llamada apremiante a corresponder al amor de Dios: que «nos acordemos del amor con que [el Señor] nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios (...): que amor saca amor. (...) Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar» (S. Teresa de Jesús, Vida, 22,14).

Dios siempre cumple lo que promete, es nuestro Padre. A ejemplo vemos la Misión del Hijo de Dios como el signo más grande que Dios pudo darnos de su amor. Haciendo efectiva su voluntad para que todos alcancemos la gracia de la salvación eterna. Y para ello nos ha dejado como pedagogo al Espíritu Santo, quien nos lo aclara todo y nos conduce por el camino correcto en pos de Cristo nuestro Señor. Quien aborrece la luz y quiere seguir bajo la esclavitud del pecado, y obrando el mal, está fundido su alucinación que le impide ser y vivir como hijo de Dios, como hijo de la Luz e impide la acción del Espíritu Santo.

El hombre siempre está inquieto en encontrar lo que más le hace falta, la luz, la verdad; es la manifestación de su alma que desea a Dios pero que el cuerpo concupiscente se lo impide porque confía solo en lo tangible. Solo Dios puede llenar ese vacío.


martes, 9 de abril de 2013

Un solo corazón y una sola alma - en Cristo


La vida que nos une y que es inspirada por el Espíritu santo ha de manifestarse en obras espirituales y materiales, es el actuar en caridad poniendo nuestro esfuerzo para no perder la unidad. Una familia o una comunidad se sostienen con la capacidad de amar. “Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades”.

Nos encontramos ante una pregunta muy importante sobre el renacer de lo alto para poder entrar al Reino de Dios: ¿Cómo puede ser esto? Nuestro Señor Jesús mediante el diálogo con Nicodemo, quien fue de noche a ver al Señor para que no lo delataran - por ser un miembro del Sanedrín de Jerusalén – se nos presenta una revelación clara de quién es Jesús, cuál es la salvación que nos trae a los hombres, y la condición para alcanzarla: la fe y la misión que se recibe en el Bautismo bajo la acción del Espíritu Santo.

Existen dos nacimientos; Uno es de la tierra y otro es del Cielo; uno de la carne y otro del Espíritu; uno de la mortalidad, otro de la eternidad; uno de hombre y mujer, y otro de Cristo y de la Iglesia. Los dos son únicos. Ni uno ni otro se pueden repetir». (S. Agustín, In Ioann. Ev. 11,6).

Dando muerte a lo viejo podemos acceder a la nueva vida. (...) Nadie se libera del pecado por sí mismo y por sus propias fuerzas ni se eleva sobre sí mismo; nadie se libera completamente de su debilidad, o de su soledad, o de su esclavitud. Todos necesitan a Cristo, modelo, maestro, libertador, salvador, vivificador» (C. Vat. II, Ad gent. 8).

Teniendo a Cristo con nosotros, estando unidos a Él por la fe y el Bautismo, no nos quedemos inútilmente contemplando el dolor y la pobreza de nuestros hermanos. Tener un sólo corazón y una sola alma no es sólo vivir en paz con quienes nos rodean por no tener conflictos con ellos. Nosotros hemos de dar testimonio de lo que hemos visto: Que Dios se despojó de su propio Hijo para dárnoslo en oblación por nuestros pecados y que el Hijo de Dios, hecho uno de nosotros, pasó haciendo el bien a todos los hombres. De manera que nuestro testimonio no puede ser solo de palabras. Si la Iglesia, que somos todos nosotros, queremos ser creíbles, hemos de vivir según el estilo de vida que nos dejó el Señor.


lunes, 8 de abril de 2013

Concebirás y darás a luz un hijo


La Iglesia festeja en este día la Anunciación, y no es por demás recordar y reconocer en primer lugar que María es la llena de gracia; se identifica como de “Esclava del Señor”, es la Madre de nuestro Señor Jesús y es Madre nuestra por donación; María santísima, también, es el ser inmaculada sin mancha y su cuerpo no sufrió la corrupción del sepulcro. Hoy también, pedimos a nuestra Madre que nos enseñe sus manos inmaculadas, incorruptas y divinizadas al contacto de Dios, pero callosas, fuertes y estropeadas del servir a los demás para que aprendamos a juntar las manos nuestras en actitud de oración y a abrirlas al servicio de nuestros hermanos, hijos de nuestra Madre. Puesto que su Hijo nuestro Señor espera de nosotros el cumplimiento de su voluntad, que lo que expresamos se traduzca en obra.

Vivir el Evangelio es hacer la voluntad del Señor, es hacer todo lo que le agrada a Dios, todo lo que glorifica a Dios. Pero no es fácil, para ello debemos pedir la gracia que fortalece nuestro espíritu para ganarle a los antojos de nuestro cuerpo, es estar atentos a no caer en la tentación y a nuestra concupiscencia. Así descubrimos con claridad que Dios nos ama de esa manera como lo leemos y se nos anuncia. Descubrimos que Dios quiere para nosotros la felicidad en medio de este mundo corrupto que propone lo contrario, la injusticia que hace infeliz al hombre. El deseo de Dios no es anular nuestra libertad, sino a vivir el mandamiento del amor, nos invita a utilizar nuestra libertad unida a la voluntad de Dios para gozar plenamente de ella. María no sabía muy bien lo que le pedía el ángel, pero amaba a Dios y por eso aceptó lo Él le pedía.

Feliz aquel que en la cumbre de sus años al reflexionar puede decir que ha cumplido la voluntad de Dios, que ha hecho todo lo que debió hacer. San José, María y nuestro Señor Jesús nos han mostrado con hechos el cumplimiento de la voluntad de Dios, es una esclavitud divina que lleva a la trascendencia. Jesús en Getsemaní y en la cruz se pone en las manos del Padre y dice “hágase tu voluntad”. Confía en Dios y es esta confianza la que le da fuerzas para asumir las circunstancias difíciles. En el Padrenuestro oramos “hágase tu voluntad” que no es lo mismo que decir “que sea lo que Dios quiera”, y muchos lo decimos de labios no en espíritu y en verdad como nos lo pide el Señor.


sábado, 6 de abril de 2013

Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia


Quienes por ignorancia o por soberbia prefieren tener sus oídos cerrados y su corazón hecho piedra por más que sean humedecidos por el agua por dentro estarán secos desérticos. Por más que oigan no entenderán, por más que miren no verán; y su torpeza les lleva a estados de la sinrazón – será muy difícil su conversión y el sufrimiento y el dolor lo toman como un castigo no como un acto ofrecido y unido a la pasión del Señor, un acto corredentor.

De tal manera que hay mucho por hacer, mucho que ayudar y muchos que obedecer al Señor, mucha conversión para cambiar la manera de vivir y mucho testimonio que dar. A pesar de los rechazos, de los malos entendidos, mucha tolerancia porque cada quien quiere pensar y hacer lo que le parece de acuerdo a sus caprichos. Nadie podrá silenciar la voz de Dios, aunque se haga realidad en tan solo unos pocos; de allí saldrán los verdaderos hijos de Abraham.

“ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron”. Para nosotros es algo semejante, nos cuesta reconocer a Dios, a causa del pecado nos privamos de poder reconocer y ver a Dios, como lo podemos analizar en Gn.3: “El Señor Dios llamó al hombre y le dijo. -¿Dónde estás? Éste contestó. -Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté. Dios le preguntó. -¿Quién te ha indicado que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer?”.

Ante el final de la presencia temporal de Jesús en la tierra se nos habla de quienes dudaron o no creyeron en el testimonio de quienes vieron al Señor resucitado de entre los muertos. Por ello se ganan su reprimenda. Quien quiera seguir los pasos del Señor quien nos conducirá a la vida, porque no es por nuestras fuerzas como podemos salvarnos, es una persona y la certeza que nos inspira: “Yo estoy con vosotros hasta el final.” Por lo cual conlleva una responsabilidad de dar testimonio con fe viva. Reconciliados con Dios, debemos ser sus testigos del amor que recibimos, de la paz donada, que nos llena de esperanza y nos impulsa a vivir cumpliendo la voluntad de Dios.

Con la acción del Espíritu Santo, por don recibido en el bautismo, hemos de ser personas de fe y valientes por amor en medio de un mundo que tanto necesita de Dios. Hemos de irradiar la Luz de Cristo en medio de la oscuridad en que vive la humanidad hoy día, la cual ha dejado de lado los valores, las virtudes y ha perdido el horizonte de la trascendencia.


viernes, 5 de abril de 2013

Simón Pedro... trajo a la orilla la red llena de peces grandes


No somos nosotros, es Dios quien hace su obra por medio nuestro. Nosotros seremos apenas sus siervos inútiles. Si realmente amamos al Señor y vivimos nuestro compromiso con su Evangelio, no dejaremos de proclamarlo aun cuando se presente dificultades incluso amenazantes. El Evangelio no puede ser un negocio, es los deseos sinceros por la salvación de las almas lo que nos debe mover mediante la gracia.

Cristo nos envió a Evangelizar, de tal manera que el Evangelio no puede ni se debe proclamar con palabras timoratas ni con ambigüedades o con acomodamientos para dar la razón a quien no la tiene. Jesucristo ha venido como Aquel por quien uno toma una postura como proyecto de viada para actuar conforme a sus enseñanzas y designios, no para tenerlo como consuelo, ni mucho menos como cómplice de nuestros criterios o caprichos. Dios ha visitado y redimido a su pueblo; que Él se convierta para nosotros en luz que ilumine nuestros pasos por el camino de la salvación. Que nos ayude asiendo llevadero el peso de nuestra cruz hasta llegar a la tierra prometida.

La Misión Evangelizadora no corresponde sólo a los Apóstoles, sino a toda la Iglesia. En el Evangelio de este día se nos habla de que quienes están en la barca pescando no son sólo los apóstoles, sino también otros y eso quiere decir todos sus discípulos. La Iglesia, toda la Iglesia, todos sus miembros, han nacido por medio del bautismo para Evangelizar. Y no podemos pensar que cumplimos con el mandato del Señor con la asistencia a actos rituales pero sin llevarle nada como presente al Señor.

La fuerza del Evangelio y su eficacia radican en el mismo Cristo que nos habla; no son los medios que utilizamos, es el Señor, a cuyo servicio ponemos los medios para que la persona de hoy pueda encontrarse con el Señor y escuchar su Palabra y darle un nuevo rumbo a su vida. Es la acción del Espíritu Santo mediante nuestra intercesión y es la decisión de cada quien para llevar a cabo una conversión verdadera y el mantener permanentemente hasta la eternidad la amistad con Dios. La fidelidad a su Palabra, escuchada y puesta en práctica por nosotros; es el inicio de esta misión, trabajo ordenado por quien todo lo puede, quien es dueño de todo y de todos y quien es el único que nos da la vida.


jueves, 4 de abril de 2013

El Mesías padecerá y resucitará


"¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo." Cuantas dudas también para nosotros, cuantas preguntas, sin tener en cuenta que para Dios nada hay imposible. El problema es que tratamos estimamos y pensamos que Dios es uno como nosotros – tratando de igualarnos a él; y que tiene poder para ayudarnos cuando lo necesitamos y nada más. A sus discípulos les ocurrió y a todo el pueblo judío, porque dudaban que nuestro Señor Jesús no era el Mesías, porque esperaban un personaje no lleno de amor sino de injusticia capaz de pasar por encima de los demás.

Los discípulos vivían su fe con dudas y temores, pero poco a poco van comprendiendo desde adentro que el Maestro ya no está en la tumba y que, por lo tanto, ya no es posible vivir en pasividad, y mucho menos en desobediencia al Resucitado. Los discípulos han vivido la experiencia de la Resurrección. Jesús resucitado da la Paz, y la funda en el alma descarriada de sus discípulos. Quien no reconozca al Resucitado en comunidad no ha asumido la realidad plena de ser un cristiano individual; esta experiencia empieza a conducirse colectiva, comunitaria en Cristo.

La paz de la conciencia es el mejor consuelo que pode experimentar nuestra alma y que nadie nos la puede robar... La paz del corazón es la felicidad auténtica, ella nos trae consigo libertad y mantiene nuestra afabilidad y nos impulsa a la esperanza; es arma vital contra la desesperación que trata de vencernos en casos de tribulación. Es el don del Resucitado en el sacramento de la reconciliación que nos resucita (cf. Jn. 20,23)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua. (ad libitum)



miércoles, 3 de abril de 2013

Se les abrieron los ojos y lo reconocieron


Cuando no caminamos hacia el Señor. Él sale a nuestro encuentro y no sólo dio su vida por nosotros, ¡Nos da, nos comunica su propia Vida! Nuestro paso por esta vida es un ir con Alguien que nos ama y que se ha hecho ya parte de nuestra propia existencia; para que seamos testigos suyos con palabras y ejemplo de vida a fin de forjar un mundo nuevo, el Reino de Dios que ya estará dentro de nosotros, lo mismo que aconteció al grupo ese mismo día de resurrección, al regreso de los discípulos de Emaús.

Luego de su resurrección continua el Señor, trabajando por los suyos, va al rescate de los que se quieren alejar desalentados por la aparente derrota- es igual para nosotros se hace compañero de viaje en nuestra vida diaria. Él se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con todo lo que Él ha recibido del Padre. El hombre quiere ir en búsqueda de los material para satisfacer sus instintos – para ganar cosas temporales y nos dice el Señor “de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si al final pierde su alma”, si Él no nos ha dado su Vida y su Espíritu. Este es el don más preciado que podamos tener.

A los discípulos se les abrieron los ojos, Dios fortaleció su espíritu y su alma para poder reconocerlo al partir el Pan, al darse como alimento indispensable para la vida. Entonces quiere decir que la Eucaristía se convierte en comunión de Vida con Cristo, es para nosotros en el elemento esencial de amor y compromiso decidido para recibir y dar amor a fin de actuar en la misma forma que Dios lo ha hecho con nosotros. Uno pensaría que la mayor necesidad del hombre es calamar sus necesidades domésticas, que de hecho lo son; pero la mayor necesidad del hombre de hoy es el mismo Dios Pan de Vida, porque su esperanza trascendente está muerta.

Mientras vayamos de camino hacia la Patria eterna, su Espíritu nos fortalecerá para que nos amemos con el mismo amor que Dios nos ha tenido, y, por ese amor, demos testimonio de la Verdad ante todos los pueblos para conducirlos a la unión con el Señor.


martes, 2 de abril de 2013

La misericordia del Señor llena la tierra


Pedro por haber creído, por haber obedecido y por su fe supo que Dios ha constituido Señor y Mesías a Jesús de Nazaret. Afirma esta realidad y nos la hace saber con toda certeza. Él ha sido testigo de la glorificación de Jesús a través de su resurrección y exaltación a la diestra del Padre Dios; Él sabe que Jesús es el Hijo amado en quien el Padre se complace. Muchos le rechazaron persiguieron y asesinaron. Pero los culpables no solo son los que registra la historia, también somos los reacios y sin obediencia a Dios. A pesar de todo el peso que recae en nuestros hombros, no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Mediante una conversión verdadera, un arrepentimiento y un cambio de vida, para hacer la divina voluntad de Dios. A nosotros corresponde aceptar, con gran fe, esa Vida que Dios nos ofrece. Entonces podremos construir realmente un mundo que se desarrolle en la civilización del amor, convirtiéndola en un signo verdadero del Reino de Dios entre nosotros.

María Magdalena, viene a demostrar la mentira sobre el robo del cadáver, difundida por los soldados silenciados por el soborno de los Sumos sacerdotes para que no dijesen la verdad acerca de la resurrección de Jesús. Ella como discípula comprometida contempla a Jesús, aunque no lo reconoce por estar en cuerpo glorificado. Ya no es solo el Maestro que por costumbre veían sino que se hace visible por su entrega por nosotros como el Señor de todo lo creado. María reconoce a Jesús cuando éste la llama por su nombre. De tal manera que se hace realidad la imagen del Buen Pastor, cuando dijo: “Yo las conozco, las llamo por su nombre, ellas me conocen y escuchan mi voz”.

Nosotros hoy día tampoco vemos a Jesús Eucaristía, sin embargo el dueño y creador de todo, quiso quedarse allí en las especies del pan y del vino, está realmente su cuerpo su sangre y su divinidad, pero que solo lo reconocemos por medio de su Palabra y nuestra fe. Nuestro Dios está presente y al alcance de todos, pero que por falta de fe, no lo queremos reconocer verdaderamente, quizás llegamos a un formalismo pero que dista de un verdadero sentimiento para quien nos hace tanto bien dándonos la vida y que hace llevadero el peso de nuestra cruz a la cual nadie puede escapar.

lunes, 1 de abril de 2013

Dejémonos encontrar por el Señor


Pedro se dirige a esa multitud, y en ellos también a nosotros, con gran valentía, para declarar que Jesús es el Mesías esperado, ya que Dios lo acreditó como tal a través de los milagros, prodigios y señales que hizo por su medio, pero especialmente resucitándolo de entre los muertos, ya que nosotros fuimos los que, utilizando a los paganos, lo clavamos en la cruz. Llevado a los cielos, ha derramado el Espíritu Santo prometido sobre su Iglesia, para que lo escuchemos y para ver las maravillas de Dios.

El Espíritu Santo, que se nos ha comunicado, es espíritu de valentía para proclamar, sin rodeos, el mensaje de Dios, para que sea posible el arrepentimiento, la conversión, y el inicio de una vida nueva a impulsos del Espíritu, para proclamar con los labios y con las obras, el Misterio Pascual de Cristo, por cuya resurrección hemos recibido un corazón nuevo y un espíritu nuevo para dar testimonio de nuestra fe, afrontando todos sus riesgos.

En Cristo, que puso toda su confianza en su Padre Dios, y en cuyas manos encomendó su espíritu, se ha cumplido esta Escritura, pues no fue abandonado a la muerte, ni sufrió la corrupción. Por su filial obediencia, y por su confianza total en Dios, ahora vive glorificado eternamente a la derecha de su Padre Dios.

Como las mujeres corramos presurosos a anunciar al Resucitado que Jesús les espera. Es la manera como Cristo quiere confiar en nosotros para que caminemos para proclamar su resurrección, es la mejor manera como podremos encontrarnos con Él. En el fondo debe movernos el amor. Cuando buscamos al Señor no es sólo para contemplarlo o para comprobar su existencia; lo buscamos para vivir comprometidos con Él en la fe, y para esforzarnos en darlo a conocer. A pesar de los inconvenientes que se puedan presentar. A pesar del relativismo y el modernismo. A pesar de que haya muchos que le rechacen. Solo debemos ser instrumentos del Espíritu Santo. De una manera casi imperceptible somos mediadores, porque Dios respeta nuestra libertad, y el Actúa por mediación nuestra.

Pidamos pues al Espíritu Santo por intercesión de María santísima que los pecadores que somos todos que el encuentro con Cristo sea todo un compromiso decidido en el caminar con nuestra cruz en pos del Señor por su don divino, y poder participar de la vida que nos ha logrado mediante su Misterio Pascual. Amén.