martes, 26 de febrero de 2013

Porque dicen y no hacen


“El que se humilla será enaltecido”
Lo que puede vencer la acción del maligno es la humildad, por eso es tan importante para nosotros y tan agradable al Señor nuestro Dios. La soberbia es algo así como un anillo precioso que quisiéramos llevar siempre, es muy difícil de despojarnos de ella, de dejarla en cualquier parte, es decir por nuestro querer es imposible, es por la ayuda divina y para ello falta oración, dialogo personal con Dios, la penitencia, el abstenerse de muchas cosas que no son necesarias, la vida sacramental y la obra por amor en el hermano.

Nos dice nuestro Señor Jesús, “no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen”. Gran problema de la doble moral, pero quizá mas aun porque no queremos reconocerla. La hipocresía no es de Dios, el aparentar no agrada a Dios- Lo que Jesús dice de las autoridades religiosas de su tiempo conserva su fuerza en relación con las autoridades religiosas de todos los tiempos. La tendencia de anteponer nuestros criterios y nuestra opinión con lo que Dios pide, es una tentación que nos afecta a todos los creyentes. Pero el mal ejemplo no desautoriza la fuerza de la Palabra de Dios. Para dar un auténtico testimonio del evangelio seria indispensable la igualdad vivida en el ámbito de la fraternidad. Pero es difícil porque estamos en un mundo donde prima lo material y Dios quiere que primero sea lo espiritual y que lo demás lo dará por añadidura.

El tiempo cuaresmal es una oportunidad que nos concede Dios para lograr una conversión verdadera, por la salvación nuestra y la de nuestros próximos  Es momento oportuno de reconociendo nuestros errores, con la ayuda del Señor nuestra vida se va transformando, para poner de manifiesto nuestros valores personales, poniéndolos al servicio sintiendo que se ama, sin el interés de la recompensa ni la vanagloria, a imitación de Cristo “Se lo paso haciendo el bien” (Hch.10,38)


lunes, 25 de febrero de 2013

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso


Hay varios aspectos que nos obligan a la oración, a la penitencia , al ayuno y la conversión: la cuaresma, los tiempos que estamos viviendo, como señales que el Señor nos ha anunciado, la proximidad de la elección del nuevo pontífice y nuestro estado de pecado particulares .

Lo que nuestro Señor Jesús nos propone es ser como Dios, que perdona “olvidando”. Esta es una manera muy humana de hablar, pero anclada en la sabiduría de la sagrada Escritura. Perdonar significa creer en la capacidad donada que los seres humanos tenemos de empezar de nuevo; que luego de hacer un acto de perdón no vuelva a nosotros ningún tipo de sentimiento diferente al de orar para que todo quede desatado en el cielo como acto que nos aproxime a los designios de Dios. Por lo contrario seria un acto para ser tolerable, un acto para opacar el resentimiento y la venganza, que en cualquier momento vuelven a aflorar.

Por tanto el acto de perdonar es un acto de amor a Dios, a nosotros y al hermano. Visto desde el punto de la misericordia que procede de la compasión y la ternura maternal de Dios y del punto de la gracia procedente del poder real del Señor en el mismo amor. Ahora veamos la otra parte, cuando no se perdona, sobrevienen para el espíritu, para el alma y para el cuerpo desdichas incalculables, por acción del maligno se aumenta los actos en los cuales debería haber perdón, se vive una vida de odio y deseo de venganza, impulso al pecado mayor, se da ejemplo de pecado de intolerancia, de inmadurez, (...)

El juzgar, costumbre mal sana en nuestra cultura, Se critica y se juzga y hasta se condena sin ningún tipo de meditación. Del mismo modo se atribuye todo como si no tuviera nada que ver con Dios, se ve todo como simples actos humanos sin ninguna trascendencia. Es la manera practica e hacer apología al mal, sin mover un dedo para corregir, para educar, para ver las cosas desde la luz del Evangelio.

Den, y se les dará”. ¿dar que? ¿cuando? ¿como? ¿para que? ¿por que? Y ¿a quien? Son interrogantes que no han de faltar para justificar la falta de caridad. Cuando deberían servirnos estos mismos interrogantes para obrar con misericordia ante tanto necesitado de lo material pero especialmente de lo espiritual, todo mediante el concepto del amor. Que en esta cuaresma nos dejemos modelar para acercarnos mas a Dios para conocerlo y para hacer nuestras su vida y su misericordia. Sólo a partir de entonces entenderemos que, puesto que nadie de nosotros es perfecto, todos necesitamos del mutuo amor y de la mutua comprensión para no seguirnos destruyendo, sino para que, como hermanos, vivamos la alegría de hacer que nuestro mundo sea más justo y más fraterno.


sábado, 23 de febrero de 2013

Dichoso el que camina en la voluntad del Señor


Desde esta perspectiva el mandamiento del amor llega a la cumbre: desinterés, amor sin límites, oración por los enemigos y perdón para todos. Son las cosas prácticas que hoy nos enseña Jesús y que deben estar al orden del día en esta cuaresma para todos dispersos o unidos en comunidad, en familia, en el trabajo, en el estudio, (…) en todos los ámbitos de nuestro existir. “Está claro que todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor. Esta santidad favorece, también en la sociedad terrena, un estilo de vida más humano” (C. Vat. II, Lum. Gent. 40). A ejemplo del Señor que no desprecio a nadie, nos invita a ser firmes e inquebrantables en la fe, amando a los hermanos, llenos de afecto mutuo, unidos en la verdad, acompañando y ayudandonos unos a otros con dulzura.

Solo el que ama a su hermano que ve, sin buscar recompensa, realiza el proyecto de Dios en su vida, aunque parezca imposible. Todos estamos predestinados por gracia de Dios a vivir en una sola comunidad eterna junto a Dios. De tal manera que todos somos necesitados, aun no tenemos nada asegurado y ademas debemos dar ejemplo de vida para acrecentar el número de los verdaderos hijos de Dios, labor hecha con con amor traducido en obras para que sea digna de crédito. “Felices los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor. Felices los que cumplen sus prescripciones y lo buscan de todo corazón”.

Cuando encontramos enemigos y entramos en desprecios y divisiones, complicamos las cosas; generamos violencia, odio, persecuciones, calumnias. Podemos llegar a convertirnos en servidores del maligno, al incumplimiento de la Ley y a separarnos de Dios que tanto nos ama. El fin del cumplimiento de la Ley es llegar a la perfección o santidad de Dios. La criatura por si misma en sentido estricto no puede alcanzarla, es el modelo de la santidad de Dios y por su gracia, por eso nos dice el Señor “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan"

Pidamos al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir la fidelidad adquirida en el bautismo como hijos de Dios; que nos ayude a ver nuestras faltas a esa Alianza sellada con la sangre de Cristo y que nos conceda humildad para dejar la soberbia, “Y revestiros del hombre nuevo, que ha sido creado conforme a Dios en justicia y santidad verdaderas” (Efe 4:24)


viernes, 22 de febrero de 2013

Sean pastores del rebaño de Dios que tienen a su cargo


El Evangelio se centra en la figura de Pedro con la ya conocida “confesión” y la respuesta de Jesús a tal confesión. Estamos en Cesarea de Filipo, región pagana donde llegan los discípulos con Jesús ya que siguen al Maestro donde quiera que Él vaya. Y de la pregunta general “¿Quién dice la gente que soy yo?” se pasa a la pregunta personal y profunda “Y ustedes “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”. Pedro respondió yendo más allá que la gente, reconociendo en Jesús al Mesías, al Hijo de de Dios. Se pudiera pensar que los apóstoles creyeron en la divinidad de Jesús sólo después de su resurrección, sin embargo la manifestación de Pedro es excepcional, ya que Jesús no le hubiese hecho la promesa si Pedro no hubiera tenido esa fe verdadera que él debía confirmar en los demás.

Como respuesta Jesús le cambia el nombre significando una nueva vocación y misión en su vida, haciéndolo misionero como Él, “yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” “A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19). Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará la Iglesia. tendrá las llaves del reino de los cielos para abrir y cerrar, conforme a cada quien. podrá atar o desatar, es decir, podrá decidir o prohibir, conforme a la Ley de Dios para la conducción de la Iglesia de Cristo, la cual sera guiada por el Espíritu Santo, de tal manera que ella sigue y seguirá siendo de Cristo.

Hoy celebramos la Cátedra de san Pedro. Se destaca el don de nuestro Señor Jesús para nosotros titulando a Pedro como cabeza del rebaño. Jesús, luego de su Resurrección, en Juan 21,17-17, confirma la misión encomendada a Pedro. El Señor lo lleva a una verdadera toma de conciencia del peso de tal gesta. Pedro arrepentido ya había llorado su triple negación ante Jesús, ahora hace una triple manifestación de amor: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo». Entonces, el Apóstol vio con consuelo cómo Jesucristo no se desdijo de él y, por tres veces, lo confirmó en el ministerio que antes le había sido anunciado: «Apacienta mis ovejas». ¿Quién es Jesús en nuestra vida? ¿Qué significa para cada uno de nosotros? ¿Cuál es nuestro compromiso personal con Él? ¿quién es Jesús para nosotros hoy?. De la respuesta que demos podrá surgir muchos conceptos. Dios conoce a quien procura reconocer quien es El. por ignorancia, por soberbia y muchas cosas mas, nos privamos de reconocer verdaderamente quien es Dios y lo que quiere para cada uno de nosotros..

Hoy de acuerdo a lo que estamos viviendo la Palabra de Dios nos lleva a meditar sobre quien tenga como responsabilidad el requerimiento del Señor, el encargo de la guíanza de cualquier fracción de la Iglesia, ha de tener muy en cuenta que las ovejas son de Cristo; que no es para aprovecharse de la lana de sus ovejas, ni para alimentarse de su carne, sino para permanecer fieles al servicio de la causa fundamentada en la verdad, para apacentar el rebaño, es decir para fortalecer su vida espiritual mediante una verdadera atención. De lo contrario, sin escuchar esta Palabra, o sin ponerla en práctica, al final no se recibirá el premio inmortal de la gloria.


jueves, 21 de febrero de 2013

Pidan y se les dará.


Pedid,....buscad,...llamad,...” la oración que Esther dirige al Señor, antes de presentarse ante el rey Asuero para interceder por la liberación del pueblo Judío, contemplamos la gran confianza que esta mujer está depositando en Dios. Durante la oración, antes ella reconocía el pecado del pueblo y lo confiesa ante Dios, y pide que Dios se muestre misericordioso para con él. Nosotros antes debemos reconocer nuestra soberbia y nuestro pecado para que el Señor nos de la gracia y su perdón y una vez reconciliados con Dios, mantengamos una relación mutua y permanente con quien lo puede todo. No confiamos en nuestras propias fuerzas, sino en el poder de Dios. “Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma”… “El Señor lo hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos!

Nuestro Señor Jesús quiere que confiemos permanentemente en el Padre; la meditación pasa ahora a la oración a la relación personal como necesitados de Dios. Nos dirigimos a Él porque el Espíritu nos lo sugiere (cf.Rom 8,16); Él esperaba esta relación personal con sus hijos e hijas. Sólo entonces podemos reencontrar al Dios Padre de Jesús y también de todos nosotros.(Cf. Lc 11,9; Mc 11,24; Jn 14,13; 15,7). Si vacilamos es falta de humildad, la soberbia nos hace presa fácil a la tentación, el maligno no quiere que nos acerquemos a Dios. (cf. Sg. 1,14). De Dios es el poder y la gloria. “Pero mayor es la gracia que da; por eso dice: "Dios resiste a los soberbios, y a los humildes da la gracia". Por eso, estad sujetos a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros” (Sg.4,6-7)

Jesús les mostró con ejemplos que debían orar siempre, sin desanimarse jamás” (Lc.18,1)(Cf.Lc.11,9) La oración nos hace cercanos a Dios Esta intimidad adquirida en la oración incita al hombre a la oración confiada. Por esto está escrito en los salmos: “Yo te invoco, oh Dios, porque tú me respondes.” (Sal 16,6). La frecuencia o la insistencia no están fuera de lugar, antes bien son agradables a Dios; quiere poner a prueba el amor, la honra y la adoración que manifestamos por El, ya que nuestras almas se elevan hacia él, conversan afectuosamente con Él para manifestarle nuestros sentimientos en espíritu y en verdad (Jn 4,23). No solo de labios, “las palabras se las lleva el viento”. La oración nos acerca a Dios, para dejarnos amar y obtener su gracia que nos habilita para ser capaces de recibir lo que Dios nos quiere dar.


miércoles, 20 de febrero de 2013

Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.


Hoy se nos confronta la capacidad y la actitud de conversión. Jonás signo que amenaza muerte y destrucción, Jesús que trae solo signos de vida y esperanza. Encontrarnos con Cristo es encontrar la luz que nos hace caminar sin tropiezos, sin ilusiones falsas, sin odios ni destrucciones. Ante el Señor se requiere una verdadera conversión que desemboque en el compromiso de convertirnos en signos de su amor, de su paz, de su alegría, de su cercanía, de su perdón, de su misericordia. Muertos, junto con Cristo, al pecado, hemos de resucitar a una vida nueva. Nosotros somos el mejor signo del amor de Dios para nuestros hermanos; somos su mejor carta de recomendación, escrita, no con tinta, sino con la sangre del Cordero Inmaculado. ¿Acaso podremos decirle Padre a Dios cuando destruimos, pisoteamos, cuando rechazamos y hacemos más pesada la vida de nuestro prójimo?

Las lecturas nos hablan de la eficacia del ayuno, del sacrificio y de la oración para llegar a la conversión. Dios no quiere que el pecador perezca, sino que se convierta y viva. Que el cuerpo permanezca en obediencia al espíritu y no lo contrario que muera el espíritu y el cuerpo se satisfaga con toda su apetencia material. Es tiempo de penitencia y de oración; sí, pero también tiempo de conversión. No sólo podemos acercarnos al Señor para orarle, si nuestro corazón sigue lejos de Él, si no hay un compromiso con el Dios de la paz y de la misericordia, nuestras oraciones ante Él serían inútiles. La fuerza de la penitencia y de la oración y no la fuerza de la guerra, nos lo recordaba el Papa Juan Pablo II; deben estar en el corazón de toda la humanidad.

Según san Juan Crisóstomo:
“El valor del ayuno consiste no solo en evitar ciertas comidas, pero en renunciar a todas las actitudes, pensamientos y deseos pecaminosos. Quien limita el ayuno simplemente a la comida, esta minimizando el gran valor que el ayuno posee. ¡Si tu ayunas, que lo prueben tus obras! Si ves a un hermano en necesidad, ten compasión de él. Si ves a un hermano siendo reconocido, no tengas envidia. Para que el ayuno sea verdadero no puede serlo solo de la boca, sino que se debe ayunar de los ojos, los oídos, los pies, las manos, y de todo el cuerpo, de todo lo interior y exterior.
Ayunas con tus manos al mantenerlas puras en servicio desinteresado a los demás. Ayunas con tus pies al no ser tan lenta en el amor y el servicio. Ayunas con tus ojos al no ver cosas impuras, o al no fijarme en los demás para criticarlos. Ayuna de todo lo que pone en peligro tu alma y tu santidad. Sería inútil privar mi cuerpo de comida, pero alimentar mi corazón con basura, con impureza, con egoísmo, con competencias, con comodidades.
Ayunas de comida, pero te permites escuchar cosas vanas y mundanas. También debes ayunar con tus oídos. Debes ayunar de escuchar cosas que se hablan de tus hermanos, mentiras que se dicen de otros, especialmente chismes, rumores o palabras frías y dañinas contra otros. Además de ayunar con tu boca, debes de ayunar de no decir nada que haga mal a otro. Pues ¿de qué te sirve no comer carne, si devoras a tu hermano?”


lunes, 18 de febrero de 2013

El Señor enseñó a orar. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.


La Biblia habla de Dios y también habla del Nombre de Dios. Toda la creación es una manifestación de Dios. Él llena este universo, pero el universo no contiene a Dios y no está en ningún lugar determinado. Hablamos de su Nombre para indicar su presencia activa, su irradiación, su esplendor que está sobre toda criatura. Es una manera de mantener cierta distancia entre lo que sabemos de él y lo que realmente él es.

Santificado sea tu Nombre. Que la presencia del Padre y el esplendor de sus obras sean reconocidos entre los que le pertenecen. Los que llamó a la fe tal vez no sean los mejores, pero aún así los frutos del trabajo que Dios hace en ellos deben aparecer en medio de sus debilidades y limitaciones. El Padre quiere imprimir su Nombre en nosotros para que de día y de noche haya una comunicación misteriosa entre él y nosotros, lo mismo que el Padre y el Hijo quedan unidos por su Espíritu Santo.

Venga tu reino. Es un hecho que no tenemos ganas de morir inmediatamente para conocer ese reino de Dios, y que muy a menudo nos apegamos a las cosas buenas de la vida sin estar seguros de que preparan el Reino. Es necesario despertar constantemente la esperanza, para darse cuenta de que está viva cuando, aún en el sufrimiento y las contradicciones, permanece la alegría. Con el pasar del tiempo gozaremos algunos frutos de ese oda la realidad del hombre, con sus proyectos, sus trabajos, sus construcciones económicas y políticas se encamina hacia una meta común: todo y todos han de volver al Padre.

El Reino de Dios vendrá con o sin nosotros, gracias a nuestras obras o a pesar de nuestra indiferencia, porque en realidad ya está. Hágase tu voluntad. Esta frase, que Jesús pondrá en el centro de su oración en el Huerto (27,39), condena muchas oraciones en las que se pretende presionar a Dios. Si bien algunos creen tener mucha fe porque constantemente esperan que Dios solucione sus problemas, los hijos de Dios, en cambio, elevan su espíritu hacia él para que la voluntad de Dios pase a ser su propia voluntad.

Así en la tierra. Se refiere a las tres peticiones anteriores y nos recuerda que todo lo que es creado y sujeto al tiempo depende de otro mundo no creado donde no corre el tiempo: éste es el Misterio del Ser Divino. El Padre, fuente del Ser Divino, goza de su infinita perfección en la entrega mutua de las personas divinas, y con él están sus elegidos, tal como serán después de la resurrección. Su creación la ve unificada en Cristo. Su voluntad la ve realizada y glorificada por todos. A los que vivimos en el tiempo nos angustia la realidad diaria de un mundo en parto y del triunfo aparente del mal. Por eso pedimos que todo llegue a ser conforme a ese proyecto de Dios que se cumplirá al final.

El Padre se comprometió a darnos el pan si estamos atentos a su palabra (Dt 8,3). El hombre moderno cree que toda su prosperidad material depende sólo de su esfuerzo. Pero la Biblia afirma que todo depende a la vez de Dios y del hombre. o más disputas por tomar primero nuestra parte sin preguntarnos si quedará para los demás y cómo se repartirá el pastel entre los diversos pueblos de la tierra. Aquí, igual que en Lc 11,6, pedimos el pan de los demás (y hacemos todo lo que podemos para que el pan, que no falta en esta tierra, llegue hasta ellos).

¿Habrá que decir: el pan que necesitamos o el pan de cada día o el pan supersubstancial? Porque el texto original emplea una palabra difícil que puede tener diferentes significados. Muchos han entendido que los hijos de Dios sienten la necesidad de más cosas que las que reclama el cuerpo, y que ya se aludía en esta petición a la eucaristía, como se hará también en el relato de la multiplicación de los panes.

Perdona nuestras deudas. Se trata tanto de las deudas como de las ofensas (6,14). En un mundo de pobres, las ocasiones de choques y de incomprensiones son numerosas, y a veces se tiene que pedir un préstamo incluso con la duda si podrá pagar las deudas. El apegarse al propio derecho es siempre una forma de anclarse en este mundo. Dios quiere perdonarnos, o sea, acercarnos a él, pero mientras nos aferramos a estas cosas, ¿cómo lo haría él?

No nos dejes caer en la tentación. Así se expresa el que es consciente de su debilidad. Y será más prudente todavía al saber que el enemigo no es “el mal”, sino el Maligno. Muchos quisieran que el espíritu del mal no fuera un actor personal y libre de la historia del mundo tal como lo afirman muchos pasajes del evangelio; pero aquí el texto griego no permite que se traduzca “el mal”, incluso con mayúscula. Hay pues que traducir con El Maligno.


Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.


El evangelio presenta a Jesús en una triple condición: de Pastor, Rey y Juez, tres formas particulares de comprenderlo en el marco del proyecto del reino de Dios. Estaos viviendo el tiempo en que Nuestro Señor es nuestro pastor y Reinado de Dios en nuestros corazones. Proyecta el tiempo cercano en que venga nuestro Señor Jesús como juez con verdadera justicia para dar plenitud al plan inicial de Dios. El juicio representa la venida gloriosa del Hijo de Dios rodeado de todos sus ángeles, cuando se manifieste el fin del mundo y nos muestra una Corte real donde el Rey es a la vez juez, y unos enjuiciados, la humanidad entera.

Nuestra cercanía al proyecto de Dios depende sobre todo de nuestra capacidad de solidarizarnos con nuestro próximo y necesitado de lo humano y de lo espiritual. Víctima de la injusticia, el desprecio y de la intrusión del demonio. Y nuestro Señor Jesús, por amor se solidariza con este necesitado, está escondido en éste exigiéndonos sensibilidad y acción cristiana. Luego nos dirá: “Venid, benditos de mi Padre, recibid el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” Venid, vosotros que habéis amado a los pobres y a los extranjeros. "Venid, vosotros que habéis permanecido fieles a mi amor, porque yo soy el amor" Venid, vosotros los pacíficos porque yo soy la paz. "Venid, benditos de mi Padre", tomad posesión del reino preparado para vosotros. “Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”

El tiempo de cuaresma nos invita a una escucha atenta de la Palabra de Dios, que el día de hoy nos llama a una revisión profunda de nuestros proyectos de vida, y concretamente de nuestras actitudes y comportamientos ante las necesidades humanas del hambre, la sed, el destierro, la desnudez, la enfermedad y la pérdida de la libertad, el hedonismo, el consumismo, el relativismo, el libertinaje, (...).

“La Ley del Señor es perfecta”, pues ha sido promulgada por el mismo Dios para mostrarnos el camino que nos conduzca a Él. Efectivamente, los preceptos del Decálogo establecen los fundamentos de la vocación del hombre, formado a imagen de Dios. Que nuestra cercanía a la familia de Dios, sea manifestada con obras. San Pablo nos explica: "El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarán, no robará, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud" (Rom. 13, 8 ss.) Por amor roguemos al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir con fe la divina voluntad de Dios, para poder amar a nuestros próximos, preocupándonos de hacer el bien a todos, especialmente a los pobres, a los pecadores y a los desprotegidos, para alcanzar por gracia, la dignidad y ser recibidos como hijos amados, en las moradas eternas. Amén.


sábado, 16 de febrero de 2013

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.


Dios por medio de Isaías nos quiere prevenir de las malas costumbres y previendo los tiempos mesiánicos exige una preparación para ese tiempo de salvación: “Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía”. Pero estas costumbres que afean el alma y hacen pecar, a pesar de las amonestaciones continuaron hasta la venida del Señor y son vigentes hoy día. Si esto es visible, cuál será la razón. La soberbia, la desobediencia y la ignorancia. Nos falta dialogo con nuestro Dios Creador de todo y dueño de todo. Por medio de suplica, alabanza y acción de gracias. Como nos enseña el Salmo. Se deduce que queremos ser fieles pero al mismo tiempo vivimos rodeados de algo que nos lo impide.

El evangelio de este sábado nos presenta a Jesús sentado a la mesa con pecadores. «Para confundir a los fuertes, ha escogido a los que son débiles a los ojos del mundo» (1Cor 1,27). No le importan las críticas de los fariseos quienes se comportaron con celo y se dispusieron como sus contrincantes, Él no duda en sentarse y compartir la mesa. Al fin de cuentas ha venido para llamar a los pecadores y con ellos se sienta, sabe cuál es su misión y la realiza. 

Nos está diciendo el Señor a nosotros que dejemos todo lo nuestro, puesto en un segundo plano y en primer lugar acudamos a su llamado, El nos está invitando a su banquete y en el hallaremos la luz que resplandece nuestra vida. Los requisitos para obtener el boleto para la entrada al banquete y para hallar esa luz ofrecida es justicia y bondad; eso nos exige nuestro Señor Jesús. Requerimos del vestido de liberación personal y comunitaria, gestos y hechos, pan partido, compartido y repartido con el hambriento. Cuaresma es precisamente tiempo propicio de conversión, de retomar el camino de la salvación, seamos como Mateo, publicano y pecador reconocido y criticado por los de su pueblo, pero arriesgado y abierto al cambio. Hagamos como él, abramos la puerta de nuestra casa y del corazón. Nuestro Señor Jesús entrara y comerá con nosotros. Dios hará presencia en nuestras vidas mediante su divina gracia si se lo permitimos.


viernes, 15 de febrero de 2013

El ayuno que quiere el Señor



El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."

Observamos la presencia de Dios en el antiguo testamento como la presencia de nuestro Señor Jesús vivo en neutras vidas. Hoy solo tenemos que invocarla para que se haga presente y la presencia de Jesús en la comunidad que debe suscitar la alegría entre nosotros. En la lectura pareciera que Jesús quitase la penitencia a sus discípulos, pero quiere resaltar su presencia que es más que un ayuno. Como sabemos la presencia de Dios se hace real cuando la persona está en gracia de Dios, cuando por amor se ha apartado del pecado y ha hecho penitencia por su vida pasada, para habilitar la morada con dignidad para el Espíritu Santo. Dios hace presencia en el corazón del hombre por ser inmaterial, cuando el hombre lo acepta y lo invoca.

No es fácil porque a la vista está que permanentemente caemos y sacamos a Dios de nuestra alma y nos separamos de Él. ¿Por qué nos cuesta tanto “personalizar” el ayuno que Dios quiere? Esa práctica cuaresmal que nos ayudará en nuestro progreso espiritual. Falta conciencia para vivir junto al novio en la fiesta de bodas. A eso nos invita el Señor, como cristianos debemos vivir la celebración de las bodas con nuestro Señor Jesús. El quiere que vivamos en fe viva, cuando haya que ayunar que sea por amor y de corazón, “Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado” para permanecer en una continua fiesta de bodas sintiendo la presencia de Dios.  

jueves, 14 de febrero de 2013

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor


La lectura del Deuteronomio expresa “delante de ti” contraponiendo vida y muerte, bien y mal, bendición y maldición, como propuesta a nuestra libre elección, Cielo y tierra son testigos; nos muestra dos caminos, tomar por amor la cruz para hacer vida en nuestras vidas a Cristo que nos participa de su ser viviente y que hace vivir, que nos enaltece, nos libera para gozar de su paz. O la soberbia que nos aparta de Dios y nos infla para ocupar más espacio físico, que nos ata y proporciona intranquilidad y sordidez; se da cuando nos dejamos llevar del pecado; de los vicios; de los afanes por lo material, que implica cálculo y mezquindad, soledad, vía al fracaso,(…) «Todo es lícito». Pero no todo conviene. «Todo es lícito». Pero no todo edifica” (1Co 10:23) 

"Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor” Aquel que ha reconocido quien es Dios, quien nos invita a cargar la cruz para elevarnos, no como castigo, sino como la mejor opción de vida de cada día, adheridos a Cristo. Esto es comenzar a vivir la cuaresma. Aunque parezca fácil, debemos ver con responsabilidad las implicaciones que contiene; asumida desde la corrección para alcanzar crecimiento para configurarnos con Cristo. Reconocer que somos débiles y que no lo logramos por nuestras propias fuerzas sino que requerimos de la ayuda de Dios por medio de su gracia. No es fácil abandonar la vía por donde estamos transitando y optar por el camino correcto; precisamente porque el medio en que vivimos nos propone lo contrario; nos quiere hacer ver que esta propuesta ya no es de actualidad, nos quiere quitar la esperanza y la confianza en Dios.

La conversión es un proceso que dura toda la vida (Cf.Ap:2,11) y consiste esencialmente en dar muerte al hombre viejo que llevamos dentro y hacer que crezca en nosotros el hombre nuevo (Cf.Ef.4,22-24). Jesús lo expresa con el símil del grano de trigo que muere de manera fecunda para producir la espiga. (Cf.Jn.12, 24-26). De tal manera que el Señor nos propone en esta cuaresma el camino por el cual nos conducirá en rectitud iluminados con su luz para no andar en tinieblas; negarnos a nosotros mismos y ganar la vida, tomar la cruz y caminar detrás de Jesús, adheridos por amor y obediencia. "El que pierda su vida por mi causa la salvará" Nuestro Señor Jesús anuncia la necesidad de su pasión. El Maestro nos indica claramente qué camino debemos seguir, es el camino de la abnegación cotidiana, superando el miedo a la ignominia, al sufrimiento y a la muerte. Y lo característico de esta muerte concreta (su cruz, aceptada y llevada “cada día”) es conducirnos a la verdadera vida. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo? Nos insta a abandonar las ilusiones, teniendo en cuenta que esta perspectiva por amor, anexa conversión y sacrificio. Pero queda clara la meta, la resurrección, salvar la vida para una vida en plenitud. 



miércoles, 13 de febrero de 2013

Misericordia, Señor: hemos pecado


Hoy miércoles de ceniza. Hoy inicia el tiempo de cuaresma. Un tiempo de gracia, tiempo conversión que es la tomar el camino de la rectitud de la verdad, tiempo de salvación… ¡de oportunidad! ¿Quién sería capaz de desechar un tiempo para mejorar, para SER. Si realmente se creyera que contamos con la gracia “suficiente” para que la conversión sea eficaz y realista? Para muchos es tiempo incomodo, tiempo de fanáticos, un tiempo ya pasado de moda. El hombre de hoy vive en un medio donde se ha enseñoreado al pecado, donde lo que era malo se le ha matizado con justificaciones y sin saberlo va camino al abismo.

Este tiempo tropieza cuando hablamos de “ascesis, ayuno, arrepentimiento, perdón…” Enfrentar su propio “yo” lleva a la integridad y descubre realidades para corregir y para llegar a SER. Rectificar es de valientes que quieren el progreso. Los hipócritas se caracterizan en que cierra a los hombres el Reino al que no entran ni dejan entrar, se ocupan de los más pequeños detalles y descuidan lo fundamental como es la justicia, la misericordia y la fe, “cuelan un mosquito y se tragan un camello”, se preocupan de lo exterior desatendiendo lo fundamental, por eso son “sepulcros blanqueados”, asesinos de profetas... No se interesan en el crecimiento espiritual sino en los elogios, de ahí que sus característicos actos de piedad no los conducen a Dios sino a ser “bien mirados” por los hombres -- se pone de manifiesto la soberbia.

La oración es dirigirse personalmente a Dios que hace presencia en su vida. Dios no mira las manos levantadas (cf. Is 1,15; Jer 14,12; Mi 3,4) sino la práctica de la justicia, la rectitud de corazón y las manos limpias de actos impuros. Por más que esa oración sea expresada delante de todos, “el Padre que ve en lo secreto” sabe con qué actitud interior se levantan esas manos. Unas manos hipócritas no se encuentran con Dios, simplemente son “vistas por los hombres” que no pueden ver la conciencia, ni conocer la intensión. Quien no conoce la verdad no es libre y se siente asediado constantemente por la opinión de los demás, pero será mucho más difícil hacer el bien sin mirarse a sí mismo; lo cual es posible mediante la gracia, y ese es el secreto que nos introduce a los secretos de Dios.

Cuando ayunéis no andéis cabizbajos, como los hipócritas” El ayuno cristiano tiene dos finalidades muy claras: dominar nuestro apetito desordenado de comer y beber y ayudar a los que no tienen lo necesario para suplir sus necesidades. Un fin individual y un fin social. Sólo es bueno el ayuno que me ayuda a mí a dominar mi apetito desordenado y que, al mismo tiempo despierte en mí la obligación con el prójimo necesitado. Un ayuno no de rasgar vestiduras sino de contrición de corazón.


martes, 12 de febrero de 2013

“Bien profetizó Isaías de la hipocresía de ustedes”


Mañana es miércoles de ceniza, inicia la cuaresma, tiempo litúrgico de conversión, de arrepentimiento, de perdón, de cambio para ser mejores, de permitir la cercanía de Dios. De manera inteligente aprovechemos este tiempo para hacer limpieza erradicando todo lo que nos impide la presencia de Dios. Todo lo que impide vivir el mandamiento del amor. Todo lo que impide hacer la voluntad de Dios. Nuestra conversión, nuestra penitencia, nuestras buenas obras, es camino de adhesión a Jesucristo.

Especialmente el hombre de hoy ,ha decidido querer ser lo que no es, nos muestra de manera abrumadora la falta de identidad y autenticidad como persona. A pasos agigantados quiere ser como el animal irracional. Es cierto que nuestro cuerpo es polvo y en polvo nos convertiremos. Pero la imagen y semejanza de Dios es eterna, no terrena. Y todo pecado mata esta semejanza, le quita la vida junto a Dios por toda la eternidad. Muchas costumbres han sido establecidas para evitar lo malo, para evitar enfermedades, para conservar la pulcritud, etc. pero en ningún caso pueden desplazar la Palabra de Dios.

Las costumbre de los hombres por buenas que parezcan llega un momento que tenga la necesidad de ajustes para acomodarlas a las exigencias en la historia de la humanidad. Lo que si no cambiara son las cosas de Dios; la Palabra de Dios. Jesucristo es el intérprete auténtico de la Ley. Y la Iglesia Católica conserva esa tradición de comprender la Palabra de Dios, es lo que llamamos la Tradición de los Apóstoles. Por eso nuestra Iglesia, fundada por Cristo en los apóstoles, preserva esa Tradición, o sea, lo que el Espíritu Santo les comunico y comunicara hasta el fin de los tiempos, porque Él es el timonel, es quien dirige los destinos de la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.

Por esa época los fariseos querían imponer el lavado de las manos antes de la comida para purificarse de las impurezas que pudieran haberse contraído en la vida activa. Era una costumbre higiénica, pero Jesús no quiere que se imponga en nombre de Dios, porque sería lo mismo que encerrarse en una religión de obligaciones y prácticas. Jesús no se apresura en llamarlas “tradición” a las enseñanzas de los maestros del momento. Y contraataca citando un caso preciso que argumentaban para renegar de los mandamientos más claros de la Biblia. Con razón decía Dios: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” Cuando el hombre solo se preocupa de sí mismo sin ver los asuntos de su prójimo, no puede honrar a Dios.


lunes, 11 de febrero de 2013

Bendice, alma mía, al Señor,


La noticia de la dejación del pontificado de Benedicto XVI, es de gran admiración porque él consciente de la gran responsabilidad sobre la inmensa actividad que le corresponde a la Iglesia en estos últimos tiempos, frente a sus limitaciones por motivos de salud y de avanzada edad. Además al margen será por algunos años la mano consejera del próximo pontífice. Es el Espíritu Santo quien guía los destinos de la única Iglesia fundada por Cristo nuestro Señor.

El Evangelio hoy no deja una enseñanza maravillosa, la fe, la confianza que debemos tener en nuestro Señor quien todo lo puede, y nos deja ver su misericordia, su señorío y su poder. “Y los que lo tocaban se ponían sanos” eran restablecidos a la dignidad, a manera de una nueva creación en la persona. El Señor es quien nos restituye a la vida, es quien ilumina muestro camino… son las gracias para los que optan por un contacto personal con el Señor.

"Le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto” Nosotros también podemos ser sanados y liberados de todo lo que nos separa de Dios, no solo al tocarlo sino al alimentarnos de Él, Debemos aprovechar esa “medicina de inmortalidad” que va mas allá de una simple curación de una enfermedad física. Cura la enfermedad de la muerte eterna contagiada por el maligno. San Ignacio de Antioquía, así, consideraba a la Eucaristía como «la medicina de la inmortalidad y el antídoto para prevenirnos de la muerte, de modo que produce lo que eternamente nosotros debemos vivir en Jesucristo». A nosotros nos llena de confianza el saber que la misericordia y el poder de Dios nunca termina y por lo tanto estar bajo su ampara no es una odisea, sino que es la mayor seguridad que podemos tener; permaneciendo y perseverando envueltos en la bandera de su iglesia funda por El hace ya dos mil años.


sábado, 9 de febrero de 2013

Eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.


San Pablo en su carta nos exhorta a vivir el mandamiento del amor que nos mueve a presentar algo como sagrado o a consagrarlo para Dios, con gratitud por todo lo dispuesto por él para nuestro bien. Y en el relato del Evangelio, nuestro Señor Jesús quería un poco de descanso para sus servidores, pero ocurre una paradoja, hay que continuar dl ministerio. Para nosotros la tregua seria para los afanes de este mundo. Si aceptamos esta propuesta, es garantía de que este día va a resultar mucho mejor que otros.

Ovejas sin pastor. (Núm 27,17; Is 40,11; Za 11,4-17). Se trata, al igual que hoy, de personas que no han encontrado todavía la comunidad verdadera y Jesús tiene lástima de ellas. El profeta Ezequiel en el capítulo 34; reprochaba a los responsables de Israel que se comportasen como malos pastores; también esta amonestación es actual para cada uno de nosotros los integrantes del pueblo de Dios; podría reprocharnos por no ser pastores ni profetas en medio de nuestro mundo, tan necesitado de Dios. ¿Por qué somos tan tímidos para proponer a “los que están fuera” de la luz de la fe que hemos recibido gratuitamente, y para permitirles que descubran en comunidad esta riqueza? ¿Porque tan desagradecidos con quien es dueño de todo y nos ha dado todo lo que tenemos?

Nosotros tenemos a disposición siempre una escusa precisa con tal de no inmiscuirnos en las cosas de Dios. “Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.” ¡En el plan de Dios hay un lugar para el descanso!. Nuestra existencia, debe descansar en Dios. «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti».(San Agustín) El reposo de Dios es creativo; no “anestésico”: toparse con su amor centra nuestro corazón y nuestros pensamientos.

La intención era tener un receso y poco de descanso sin embargo Jesús se puso a enseñarles largamente, a pesar de sus extenuantes jornadas en su ministerio, no les quedaba tiempo para comer. Era prioritario dar el mensaje de salvación para todos, penetraba en las conciencias y mostraba a cada uno dónde estaba su verdadero problema; les conducía a la superación por medio de un ambiente de conversión, con signos de confianza, de esperanza y trascendencia.

Si vemos a Dios por lo que es El, recocerle su grandeza, su poder y su voluntad, es apenas lo mínimo que podemos hacer, pero sin interrupciones. Es con el testimonio, con palabras, con obras en los demás a imitación del Señor. Sabiéndonos necesitados y viendo la necesidad de Dios en los demás; viendo el mandamiento del amor, porque la gente anda como “ovejas sin pastor”. Existe por don, una misericordia terrena y humana, otra celestial y divina. Nosotros ponemos lo humano y Dios pone la gracia, el llega al fondo del alama y hace la obra para perfeccionarla. “Reconforta mi alma, me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre."


viernes, 8 de febrero de 2013

El que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna.


San Pablo parece que recuerda a Abrahám, cuando en una ocasión se encontró con tres ángeles enviados por Dios. Cuando tenemos nuestro corazón abierto, cuando nuestra alma hospeda a todos los que se acercan a nosotros, vivimos del amor que el Señor nos ha regalado. Hoy san Pablo nos invita a dejar el pecado, a vivir respetando y dando testimonio de lo que creemos, a desprendernos de la preocupación de lo material, a hacer las obras de caridad y a confiar en Dios. Debemos ser consientes de la importancia que tiene el encuentro con Cristo resucitado y de las consecuencias de este encuentro en nuestra vida.

San Juan, perseguido por un sistema corrupto. Y murió víctima de ese régimen. A lo largo de la Biblia los profetas señalan la responsabilidad especial de quienes detentan el poder: los que guían al pueblo deben ser un ejemplo de rectitud. Juan Bautista no podía hablar de justicia sin reprochar a Herodes su infidelidad. Tenemos en Juan un modelo especial por su austeridad de vida, por su valentía en el anuncio, en indicar el camino que lleva a Dios y en defender la verdad hasta la muerte.

Encontramos el poderoso del momento, se trata de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, que reinaba cuando nació Jesús. Se había hecho notorio el nombre de Jesús. Y Herodes quería imaginar que Juan había resucitado. Muchos observaban de lejos, cada cual lo valora según sus ideales y expectativas personales; y hallan el contraste entre ambos era el poder de curación de Jesús. Pero no aciertan en su verdadera identidad (cfr 1,27; 2,7.12; 4,41; etc.). Hasta cuando el Señor pregunta y Pedro confiesa la identidad del Señor, (cf. Mt.16,16), pero aun tendrá que seguir formando a sus discípulos en la naturaleza de su misión como Mesías.

La historia ha sido testigo tanto de la verdad como de las fuerzas del maligno. “»Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas de antes de vosotros.” (Mt 5,11-12) Estas palabras de Cristo se aplican a través del tiempo; allí donde pareciera no poder escapar al odio y la sin razón, se manifestó el amor que es más poderoso que la muerte. “El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna.” (Jn 12,25)


jueves, 7 de febrero de 2013

Echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.


No encontramos en un cuadro donde la gente recibió a dos peregrinos desconocidos que iban a hablar de una buena nueva, el Reino de Dios y la conversión. Como nos lo narra la sagrada Escritura, en el nombre del Señor se curaban los enfermos y expulsaban demonios. Para esa gente debió ser una novedad inmensa. Sin embargo cuántos de ellos al oír que el Señor fue condenado a la crucifixión, seguramente se olvidaron de Él. Cuantos en el mundo recibimos de manera particular su misericordia y su divina providencia, sin embargo cuando se va nuestro problema nos olvidamos de Él.

Los Apóstoles inician la misión delante de Jesús, conscientes del trabajo y del poder conferido por el Señor, la tarea del ministerio del Señor. Nuestro Señor Jesús como buen educador después de enseñar pone tareas para que se practique la lección, para que se haga esencialmente practica, tarea que ha de cumplirse hasta el fin de los tiempos y llevada a cabo hasta los confines de la tierra.

Los detalles, de dos en dos, para que haya testigos de su obra en la tierra; que no lleven nada que sobre, para evitar la preocupación de lo que llevan y como lo llevan; que se alojen en una familia, como centro de irradiación de la fe. Todo esto vista y a comparación de hoy, todo se hace de manera distinta, con nuevas prácticas y formas, no tendría ningún reparo si el sentido y la centralidad ordenada por el Señor fuese la misma. Entendido a la luz del envío a todas las gentes (Mc. 16,15-18) de la que es como un anticipo y teniendo presente la predicación de Cristo (Mc. 1,14-15), de la que es un eco.
(Mc. 16,14-15: Por último, se apareció a los once cuando estaban a la mesa y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no creyeron a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: -Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura.”) (Mc. 1:14-15: Después de haber sido apresado Juan, vino Jesús a Galilea predicando el Evangelio de Dios, Mar 1:15 y diciendo: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio.)

Cristo envía a los Doce a predicar, a curar todo tipo de enfermos y a preparar los caminos de la salvación definitiva. Ésta es la misión de la Iglesia, y también la de cada cristiano. Afirma el Concilio Vaticano II: «la vocación cristiana implica como tal la vocación al apostolado. Ningún miembro tiene una función pasiva. Por tanto, quien no se esforzara por el crecimiento del cuerpo sería, por ello mismo, inútil para toda la Iglesia como también para sí mismo» No elegimos nacer, no sabemos el día de la partida, pero si sabemos que hay una misión para cumplir. «Que el mundo, por la predicación de la Iglesia, escuchando pueda creer, creyendo pueda esperar, y esperando pueda amar» (san Agustín).


miércoles, 6 de febrero de 2013

No pudo hacer allí ningún milagro


Los hermanos de Jesús son sus parientes y sus más allegados de Nazaret. Lo ven y no lo creen. Lo escucha se admiran pero sus oídos están sordos, sus sentidos están paralizados para captar la sabiduría divina; se asombran de su aptitud como maestro, de que esté rodeado de discípulos y de que atraiga las muchedumbres, cuando algunos meses antes era un perfecto desconocido para muchos y para otros simplemente un carpintero...”artesano” de quien no se notaba nada ni se le había visto hacer nada sobresaliente que pudiera augurar dotes capaces de llevar a cabo la misión emprendida. Pero la ciencia divina pertenece a Dios. Él conoce todo a la vez, en un instante único que no pasa y que llamamos eternidad. Los hombres en cambio pensamos con ideas y el pensamiento se va desarrollando con el tiempo. La ciencia de Dios no cabe en un hombre.

«Vuestra vocación humana es parte, y parte importante, de vuestra vocación divina. Esta es la razón por la cual os tenéis que santificar, contribuyendo al mismo tiempo a la santificación de los demás, de vuestros iguales, precisamente santificando vuestro trabajo y vuestro ambiente: esa profesión u oficio que llena vuestros días, que da fisonomía peculiar a vuestra personalidad humana, que es vuestra manera de estar en el mundo» (S. Josemaría Escrivá, Hom. 1. 46).

“Se sorprende de su falta de fe”. El Padre ha enviado al Verbo para manifestarle al mundo. Este Verbo fue despreciado por los suyos; pero por la predicación de los apóstoles las naciones paganas creyeron en él, El existía desde el principio (Jn 1,1), y se ha manifestado en una época concreta. Aunque sea antiguo, renace siempre nuevo en los corazones en rectiud. Es proclamado Hijo en un eterno hoy (Sal. 2,7)

Acaba el pasaje del Evangelio diciendo que Jesús «no podía hacer allí ningún milagro (...). “Y se extraño de su falta de fe». También hoy el Señor nos pide más fe en Él para que nos dispongamos a escucharle, a creerle, a dejarnos amar por El, para que realice cosas que superan nuestras posibilidades humanas. Los milagros manifiestan el poder de Dios y la necesidad que tenemos de Él en nuestra vida de cada día.


martes, 5 de febrero de 2013

Tu fe te ha salvado. Vete en paz


Cada una de las cosas que relata la sagrada Escritura orienta a ofrecernos enseñanzas, a reconocer la obra de Dios, a confiar en Dios, el alcance y el valor de la fe en Jesús y nuestro encuentro personal con Él. “La mujer, temerosa y humilde arranca del Señor el alivio para su enfermedad; asustada y temblando, sabiendo lo que le había ocurrido, se acercó, se postró ante él y le dijo toda la verdad. Él entonces le dijo: -“Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu dolencia.” La mujer muestra una fe profunda, no piensa en nada más que en el poder del Señor, asustada porque con su enfermedad incurría en impureza legal (cfr Lv 15,25ss.). Pero ahí está el Señor para cambiar esta tradición. Nosotros también sentimos susto cuando estamos en pecado, pero ahí está el Señor para escucharnos, para liberarnos y devolvernos la paz.

Jairo - uno de los jefes de la sinagoga, o sea, responsable de la comunidad local judía. Está seguro de que Jesús puede curar a su hija, ante la noticia de la muerte y las burlas, Jesús alienta su fe con palabras o con gestos. Finalmente, la fe de Jairo se ve recompensada con la resurrección de su hija. «Quien sabe dar buenos dones a sus hijos nos obliga a pedir, buscar y llamar. (...) Esto puede causar extrañeza si no entendemos que Dios nuestro Señor (...) pretende ejercitar con la oración nuestros deseos, y prepara la capacidad para recibir lo que nos ha de dar» (S. Agustín, Epist. 130,16-17).

La resurrección de la niña, aunque es un hecho público, se realiza sólo en presencia de los padres y de los tres discípulos más allegados a Cristo. Aún así, les insistió que no divulgaran el milagro. Con esta actitud parece que Jesús quería evitar interpretaciones equivocadas de su condición de Mesías-Salvador: la obra total de Cristo no comprende sólo sus milagros, sino también su muerte en la cruz y su resurrección. Los milagros sirven de referencia pero la fe se debe apoyar en su Palabra.

Esta resurrección es un signo o una imagen de la verdadera resurrección. Jesús enseñó así que su gran obra había de ser la resurrección del universo (Jn 6,39; 12,32). ¡Talitá kum! _ ¡Levántate!. Desde el primer momento los discípulos de Jesús emplearon el vocabulario de “dormir y levantarse” para indicar la muerte y la resurrección. Y Jesús, toma a la niña de la mano, la cura; luego les dice que le den de comer. Es un testimonio de la vida.

Quiera Dios que nos tome también de la mano en nuestras acciones y sobre todo el día de nuestra resurrección. Que el Señor nos tome para introducirnos en su intimidad; mientras tanto nos libre del maligno. Que nos aumente la fe “¡Creo, Señor; ayuda mi incredulidad!” (Mc.9,24). Amado Dios aliméntanos con el Pan bajado del cielo, el Verbo de Dios. Esta Sabiduría que ha puesto sobre el altar los alimentos del cuerpo y de la sangre del Hijo de Dios ha declarado: «Venid, comed de mi pan, y bebed del vino que he mezclado.” (Prov. 9,5)


lunes, 4 de febrero de 2013

Anúnciales todo lo que el Señor ha hecho por ti


Nos encontramos en Decápolis, una provincia habitada por paganos de origen griego y sirio. Que los romanos habían creado especialmente para asegurar la paz de sus habitantes.
Vuelve a tu casa, junto a los tuyos y anúnciales todo lo que el Señor ha hecho por ti” Es decir da testimonio de todo lo que te ha acontecido. Este suceso tuvo lugar en un territorio donde habitaban los que no eran israelitas y se les tachaba de paganos. Miremos que ha hecho el Señor: sabe a dónde ir, va donde hay quien esta esclavizado por el demonio, lo libera y sana, le devuelve la dignidad para volver donde su familia. Quiere liberar a los demás, pero estos en vez de acogerlo ponen su sentimiento en lo material, en los cerdos, y despachan a quien es dueño de todo; el pecado no les permite reconocer quien es Dios. No obstante de haber sido liberado este poseso, en vez de integrarlo a su comitiva más bien lo envía a dar testimonio, aquel hombre curado debe anunciar en esa región que la «misericordia» del Señor también les alcanza a los que allí habitan; allí donde no es bien recibido. Es un apostolado diferente, por su condición no iba ser bien mirado por sus acompañantes y allí quedaba mucho por hacer.

Dios se vale de quien quiere, cuando quiere y donde quiere. Cuando deseamos seguir a Jesús a nuestra manera, El sabe y quiere que sirvamos, que en medio de nuestro ambiente y trabajo demos testimonio. El sabe donde nos necesita. En efecto, su mirada va mucho más lejos que la nuestra; y quiere no tan sólo nuestro bien sino el de todos... La verdadera perfección es hacer la voluntad de Dios.

Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que consideramos nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado. Es difícil ver las prioridades a la manera de Dios. Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, en la mayoría de veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en lo que creemos que es mejor para nuestro ego. Por nuestra ignorancia vivimos en la soberbia, incluso nos volvemos violentos. Es el amor lo que da precio a todas nuestras obras; no es por la grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a Dios, sino por el amor con que las hacemos.” San Francisco de Sales.

Intenciones del Santo Padre para el Mes de febrero:
Intención General: Para que las familias de migrantes, en particular las madres, sean sostenidas y acompañadas en sus dificultades
Intención Misional: Para que las poblaciones que experimentan las guerras y conflictos puedan ser protagonistas de la construcción de un porvenir de paz.


sábado, 2 de febrero de 2013

El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.


Dos ritos diferentes se juntan en esta visita al Templo. La madre debía purificarse después del alumbramiento, porque la pérdida de sangre la hacía impura (Lev 12,8). Y el niño, si era el primogénito, tenía que ser consagrado a Dios (Ex 13,1). Para María y José era vigente como integrantes del pueblo de Dios. Había predicho el profeta: "se ofreció, porque él mismo lo quiso" (Is 53,10). Como en efecto, se ofreció no porque necesitaba hacerlo, ni porque fuera sujeto de la Ley, sino porque él mismo lo quiso. Y sobre la cruz lo mismo, se ofrecerá no porque mereciera la muerte, ni porque sus enemigos tuvieran poder sobre él, sino porque él mismo lo quiso.

Simeón aparece como un hombre conducido por el Espíritu Santo. Y, por eso, sus palabras son especialmente reveladoras: Jesús es reconocido como el Mesías esperado «gloria de Israel», pero «luz y salvación» para todos los hombres. Sin embargo, su misión salvadora será «signo de contradicción» en el que algunos tropezarán: «La espada de dolor predicha a María anuncia otra oblación, perfecta y única, la de la Cruz que dará la salvación que Dios ha preparado “ante todos los pueblos”» (Catecismo 529). María compartiría los sufrimientos de Jesús y también sufriría por lo que él hace y que ella por mas que le haya entendido, como madre no le sería fácil superar.

Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, según tu palabra: porque mis ojos han visto tu salvación, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos”. Escuchando ayer la entrevista de “WRadio” a Margarita Osorio, madre de su hija Ana María, asesinada en USA, cruelmente. Ella denigraba de Dios, por la injusticia, y decía “El buen hijo tendrá larga vida” haciendo mención a (Sir.3,7). Como siempre fijamos la atención en un solo versículo de la sagrada Escritura, sin ver el contexto. Dios promete la vida, pero recodemos que no es la de este mundo, la verdadera vida es otra. Nuestro Señor Jesús dice: LC. 12:4) “A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más”. Esta madre dolida no puede saber que designios tiene Dios para con sus hijos, quizá esta joven con su martirio y su comportamiento este ya en “larga vida”.

Así como voluntariamente el Señor se ofreció por nuestra salvación; Así también ofrezcámonos voluntariamente al Señor, para que él nos conceda la salvación para la vida. Pidamos a nuestra Madre celestial, la plena de gracia que cuando llegue el momento de ir a la casa del Padre, nos lleve en brazos como a Dios Niño, porque también somos niños hijos tuyos.


viernes, 1 de febrero de 2013

Que Dios Reine en nuestro ser.


Las parábolas del Reino de Dios. Nuestro Señor Jesús, habla a las gentes de manera que sea fácil la comprensión, toma como ejemplo lo que la gente es consciente.  Sabemos que una semillita se pone en el ambiente propicio y sin darnos cuenta ella germina. El Reino de Dios germina allí donde el ambiente es adecuado, donde se le acepta.

Por el mal comportamiento de nosotros los católicos, hay mucha gente que actúa como nos dice san Pedro en su segunda carta 3,3-4: “Tened en cuenta, ante todo, que en los últimos días vendrán hombres que se burlan continuamente de todo y que viven según sus propias concupiscencias, y que dirán: «¿Dónde está la promesa de su venida? … si “todo continúa como desde el principio de la creación”.

El Reino de Dios está escondido en el corazón del humilde, del recto, del pobre de espíritu, del que hace la voluntad de Dios. Y para todos con justicia en el fin del mal “Últimos tiempos”. Los hombres de hoy abusan de la libertad donada, se creen dueños del mundo económico, político, social y religioso y por tal pueden hacer lo que le plazca; en efecto y como apariencia lo observamos; pero no es así, Dios pone la mano para hacer justicia y para cortar el mal. Y al final vendrá el tiempo donde habrá una "manifestación de los hijos de Dios", y los justos "resplandecerán como el sol en el reino de su Padre" (Rm 8,19; Mt 13,43).

Cuando vienen los fracasos los días parecen igual. Cuando vienen las cosas sobrenaturales, los días parecen igual. Tales son el poder y la virtud escondidos en lo visible; y son manifestadas cuando Dios lo quiere, para bien y para contrarrestar el mal...Pero que nosotros no entendemos. Es la voluntad de Dios y que nosotros lo pedimos todos los días cuando oramos “hágase tu voluntad”. Y la voluntad de Dios es que todos alcancemos la amistad eterna con El. Para ello debemos ser tierra buena para que la semilla germine; porque también espera de nosotros frutos, de la semilla que El sembró en cada quien. El mandamiento del amor, las bienaventuranzas, la entrega, la caridad, la justicia… Gradualmente en crecimiento dinámico, como lo hace la semillita de la mostaza. Nos dice san Pablo: “Os falta constancia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa. «Un poquito de tiempo todavía, y el que viene llegará sin retraso; mi justo vivirá de fe, pero, si se arredra, le retiraré mi favor.» Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma." Animo que la salvación está al alcance de todos y cada uno puede ayudar a los demás, quienes son dignos de ayuda porque están en la ignorancia y sometidos por imposición del maligno.